¿Una barbarie en nombre de Dios?, por José Aranguibel Carrasco
23 Sep 2025, 13:50 5 minutos de lectura

¿Una barbarie en nombre de Dios?, por José Aranguibel Carrasco

Por La Patilla

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«No hay futuro basado en la violencia, en el exilio forzoso, en la venganza. Los pueblos necesitan paz: quien los ama de verdad, trabaja por la paz».

Papa León IVX

Todo extremo, –dice la conseja popular–, es malo. Eso tiene demasiada verdad cuando en el plano humano cada quien alega ser dueño de la verdad y justifica cualquier conducta violenta, sin importar el dolor, sufrimiento y hasta la muerte que ello involucra.

Lo observamos en estos momentos en Medio Oriente, donde la guerra, –verdadera barbarie– entre el Estado de Israel y los terroristas de Hamas, está cerca de llegar a dos años, apostando a desaparecerse entre ellos en nombre de Dios, pero arrastrando a un pueblo que si no lo mata una bala o misil lo hace la hambruna desatada en el territorio palestino.

En todo conflicto bélico, lamentablemente, las partes tienen seguidores que justifican o no el desarrollo y desenlace de cualquier confrontación bélica como la que ocurre en esa región del mundo, desencadenada luego del detestable ataque iniciado por Hamas y otras facciones palestinas el 7 de Octubre de 2.023 en territorio israelí, cuando un descuido, confianza o falla de inteligencia sorprendió al gobierno de Benjamín Netanyahu.

Ese hecho trajo el repudio de la comunidad internacional que atónita pudo ver a través de las redes sociales la crueldad, sadismo y maldad con la que los combatientes palestinos acosaron, violaron, fusilaron y asesinaron a decenas de personas.

Esa incursión militar de Hamas a lo largo del sur del país, fronterizo con Gaza, según estimaciones oficiales, provocó la muerte en un sólo día de mil 200 personas, incluida gente joven que asistía a un festival de música, donde, además, hubo decenas de secuestrados.

La mejor guerra es la que se evita* , diría cualquier analista militar, pero en el caso que nos ocupa ese anhelo, deseo o aspiración no tiene límites, cuando el avance del ejército israelí es indetenible en un acción que continúa en este instante y que el fanatismo califica *_que el fin justifica los medios._

Eso a la luz de la mirada del mundo revela la intención política de Israel de aniquilar al pueblo palestino, –calificado ya de GENOCIDIO por la *ONU* — , donde hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos son parte de la estadística diaria de los más de 65 mil fallecidos en casi dos años de conflicto.

Hamas y demás grupos violentos que dicen querer, defender, preocuparse y proteger al pueblo palestino revelan hipocresía, falsedad y mentira. Sabían que el ataque del 7 de Octubre iba a desatar la furia irracional del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu y de su gobierno. Algo tan cierto que los llamados a detener la guerra entran por un oido y salen por el otro en la mayoría del gobierno de Israel.

Este conflicto le permitió a Benjamín Netanyahu, –investigado por actos de corrupción y otros excesos–, ser salvado por la campana que evitó su segura caída política, lo oxigenó y frenó la acción de la oposición en la _Knéset_ –parlamento– que busca que sea juzgado y encarcelado. Ese «por ahora» no exime de responsabilidades al primer ministro, peor aún, cuando lo señalan de tener sus manos «manchadas de sangre».

Esos resultados los vemos en el pueblo palestino, desarraigado en su propia tierra que a diario sufre y muere en una especie de lotería que lo aniquila, cuando camina errante, desorientado de un lado a otro, sin encontrar respiro, atención médica, alimentos, tranquilidad y la paz que cada vez está más sepultada por el ruido de la metralla y del bombardeo de las fuerzas militares israelíes.

Sin embargo, una señal que esperanza al mundo, –muy callado durante mucho tiempo-, es el giro que esa guerra está provocando en el sentido de un efecto dominó, cuando observamos que gobiernos de cualquier rincón de la tierra, inclusive aliados de Israel, crítican, cuestionan y piden al gobierno de Netanyahu detener el genocidio.

En la ONU decenas de países de sus 193 miembros, quizá avergonzados por su silencio, asumen hoy una actitud menos ciega y complaciente ante esa realidad. En tanto, Estados Unidos, en la persona de su presidente Mr. Donald Trump, le habrá de llegar el momento de rendir cuentas cuando «busca la paz» pero no deja de enviar a su mejor aliado toneladas en suministros bélicos.

Mr. Trump es, digamos, un moderno «fariseo» del Siglo XXI que actúa con «hipocresía, aparentando virtud o rectitud, mientras juzga severamente a los demás o bien predica algo que no practica». También en Ucrania, donde Vladimir Putin, desde el 24 de Febrero de 2.022 invadió y aún asesina a la población civil, cualquier parecido con la realidad de palestina es pura coincidencia. ¡Amanecerá y Veremos!

José Aranguibel Carrasco
CNP-5.003

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