“Suspiro porque me acuerdo y sino no suspirara, ¿quién es aquel que suspira sin acordarse de nada?” Dicho popular
¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son» Calderón de la barca
“El que respira, aspira” Dicho popular
“El burro está en las batatas” Dicho popular llanero
Hace unos días acudí a una invitación para participar en un prestigioso programa de entrevista radial, referido a la situación actual y al tema de la declaratoria de los Estados de Excepción, por conmoción exterior y, a la pregunta de si afectaba a la población respondí que, en la calle, la fábrica, el negocio, el ministerio, el metro, la camioneta o el jeep de pasajeros hacia las rutas troncales, la universidad, la oficina, la casa de familia, no se sentía nada de particular y la insobornable rutina se cumplía con las quejas y angustias de siempre; el costo de la vida, el garrote vil del dólar que nos ahoga y ante el cual, el oficialismo, solo evidencia su fracaso y nuestro desastre y, con un dejo, eso sí ya visibilísimo, fatiga, apatía, impotencia.
La gente está harta de lo que hay y, vive atrapada en el lodazal de un presente pesado, sudoriento, baboso y, si acaso se pudiera tener tiempo y disposición a pensar; el futuro no sería el capítulo más visitado, dado que se ha perdido en la agenda de la vida del común coaptada por la supervivencia.
Los que gobiernan tienen otro tipo de angustias y miedo, distinto claro al que tienen, los compatriotas cuando una furtiva idea de protesta pasa por su consciencia. Ellos tienen su forcejeo con el catire veleidoso e imprevisible y con las unidades navales ancladas en la cercanía. Para ellos, sin embargo, ni el costo de la vida, ni el precio de la divisa, ni el desastre educativo, ni la carestía hospitalaria, ni el repuesto del carro, ni el precio de los arrendamientos, ni la perdida de la visa ni la tristeza por el hijo ausente y la imposibilidad de conocer al nieto, son problemas. Decretan la navidad y en simultaneo los Estados de Excepción. Hay dos tipos de venezolanos en Venezuela que, por cierto, y cruel paradoja, son vecinos, pero no conviven.
Me decía un vigilante de la UCV que, el problema era que algunos si no tienen agua, tienen cisterna o si no tienen luz, tienen planta y otros no tienen y no tienen y no tienen y si alzan la voz, mutan de ciudadanos a terroristas y enemigos de la patria. Oírlo decir esto, me recordó que cada día hay menos clase media. La metamorfosis kafkiana a la que aluden los precarios es selectiva.
Reunido con otros colegas, abogados y profesores universitarios de esos que subsidian con su trabajo a la universidad misérrima y su vergonzoso salario que, a veces son escasamente unos centenares de bolívares, coincidían que ya, no se propugnaba para la justicia en tribunales, sino que se procuraba, entre rocambolescas maniobras, un resultado judicial, encima de la mula, pero condenado a bajarse de ella. Una movidita de mata por allá en los tribunales penales de jueces y fiscales, fue celebrada como si la Vinotinto ganara un partido de un mundial que se nos escapó.
Insisto en el tema porque, esto es lo verdaderamente importante para los distintos miembros de una binaria sociedad, quienes sufren a diario una espiral inflacionaria cruel. Los comerciantes alegan que deben subir los precios en dólares, lo que han hecho con esmero y saña algunos de ellos. Los portucriollos y los árabes, no soportan que se les reduzca el nivel de compras o tratan de compensarlo, incrementando los precios y el pago diferido de cashea. La tarifa de los estacionamientos impresiona realmente y la del remolque de las alcaldías de la gran Caracas se las trae.
Vale decir, dilema con dos puntas punzopenetrantes. Compras o no compras y no tienes y ya sabes las consecuencias; esa es la patente cotidianidad de aquellos que al mismo tiempo asumen que, después del 28 de julio del 2024, lo que hay es continuidad y más represión.
Concluyo que, aunque no lo manifiesten de viva voz, los coterráneos quieren y necesitan el cambio de dirección y conducción del país; el abandono del Frankenstein de la política económica y su Socialismo del siglo XXI que, indudablemente nos arruino y nos ha hecho pobres en todos los sentidos, el regreso a políticas sostenibles, el levantamiento de las prohibiciones y la permisología, el incremento de los salarios que, ya el que tiene Venezuela es el más bajo del mundo, la libertad de ser y decir como ciudadanos dentro de un sistema que acepte pacíficamente el traspaso de mando y asuma responsablemente sus actos y las resultas de su desempeño, educación de primera y no de tercera categoría, salud y respeto para cada uno y cada cual.
Puedo seguir, pero solo redundaría. El tiempo de esta experiencia de gobierno y la muestra de las incapacidades, del chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo, ya rindió el mayor testimonio de fiasco de nuestra historia y, deben por elemental consciencia histórica aceptarlo. No dan para más y lo que dieron y, si algo más aportan y nos arrostran, es la vergüenza de la insolente impunidad.
La oposición no ha podido accesar al poder. No ha sabido, se lo han impedido por las malas, conculcándole al pueblo su soberanía electoral, desconociéndosela y arrebatándosela, con la complicidad de los que tienen a su cargo la defensa de la patria.
El que ejerce de gobernante no tiene el poder real, aunque lo simule, porque no tiene el respaldo de los paisanos. Solo el dominio, la sumisión forzosa y el temor, lo mantienen allí.
Viene a mi memoria una cita de Michel Foucault que tengo en una ficha y que dice así, « Le trait distinctif du pouvoir, c’est que certains hommes peuvent plus ou moins entièrement déterminer la conduite d’autres hommes mais jamais de manière exhaustive ou coercitive. Un homme enchaine et battu est soumis à la force que l’on exerce sur lui. Pas au pouvoir.” Michel Foucault.
“La característica distintiva del poder es que algunos hombres pueden determinar de forma más o menos completa la conducta de otros, pero nunca de forma exhaustiva ni coercitiva. Un hombre encadenado y apaleado está sujeto a la fuerza que se ejerce sobre él. No al poder. Michel Foucault. (traducción nuestra)
Nelson Chitty La Roche, @nchittylaroche, nchittylaroche@gmail.com