¿A qué se debió el cambio repentino en la percepción que se tenía respecto al aparente éxito de las políticas económicas liberales aplicadas por el gobierno de Milei? Veremos rápidamente qué sucedió.
Hace poco, específicamente el 28 de julio, dedicamos nuestra columna de los lunes a resaltar los cambios, que ya comenzaban a verse, de las políticas económicas puestas en marcha por su gobierno, la misma la titulamos “Miley-viento a favor”, en ese momento recogimos la apreciación generalizada, de que las acciones adelantadas: bajando la inflación, incrementando los salarios reales, equilibrando el presupuesto público, crecimiento del PIB, y baja en el riesgo país, auguraban una salida hacia adelante de la economía argentina.
Pero la dicha fue breve. La derrota electoral aplastante recibida por su partido, Libertad Avanza, el 8 de septiembre en la Provincia de Buenos Aires, frente a la oposición peronista, cambió totalmente el escenario en relación con las condiciones para implementar sus políticas económicas. La reacción desfavorable de la población argentina se explica, por el eterno dilema que suponen los programas de ajuste al estilo del Fondo Monetario Internacional, y es que las medidas económicas de liberación recomendadas chocan, en lo político y social, con el alto costo que debe pagar el pueblo que, en consecuencia, termina por rechazar los cambios.
Tal es el caso de las repercusiones de la política de la Motosierra, reflejadas: primero, en los despidos masivos y la congelación del empleo público; segundo, en el alza en las tarifas de los servicios (agua, electricidad, gas y transporte); y tercero, el recorte en los programas sociales, a lo cual se unió un elemento explosivo; las acusaciones de corrupción que han salpicado a su gobierno, el mismo que se vendió como el presidente que combatiría la corrupción de los políticos. Nos referimos, al caso de la criptomoneda $Libra que lo involucró directamente; además, el de las comisiones ilegitimas que implicaba a su hermana Karina en el caso ADIS sobre sobornos en los medicamentos, terminaron por propinarle otro golpe al gobierno.
Haciendo un poco de historia, lo que ocurre con Milei nos recuerda a Carlos Andrés Pérez y al Gran Viraje, programa que intentó poner en práctica en su segundo mandato. Bajo la tutela del Fondo Monetario Internacional, Pérez aplicó un plan liberal de ajuste, semejante al de Milei, llamado el Paquetazo por sus opositores, que trajo como consecuencia inmediata el llamado Caracazo, levantamiento y saqueos populares, a raíz del alza de la gasolina y la caída pronunciada e inesperada del PIB en su primer año en la presidencia. Unido al efecto social del paquetazo, las denuncias de corrupción, como el nombramiento de Pedro Tinoco (del Banco Latino) al Banco Central; la Partida de los 250 millones (no sustanciada) y el caso de las cuentas mancomunadas con Cecilia Matos, contribuyeron a dinamitar su gobierno, que concluyó prematuramente en mayo de 1993, enjuiciado (ilegalmente) por los partidos de oposición (todos) y el Fiscal General de la Nación, Ramón Escovar Salom, apoyados por los medios de comunicación y por el clamor popular.
Estos dos antecedentes, la Argentina de Milei, y la Venezuela de CAP II, son extremadamente importantes, en el momento en que se conquiste nuevamente la democracia, porque esta se iniciará, como en los dos casos citados, de la mano del FMI y la banca internacional.
Gerardo Lucas. Economista e Historiador. https://lucasgerardo@wordpress.com