Luis Barragán: Breve nota de vagancia nobelada
08 Oct 2025, 12:20 2 minutos de lectura

Luis Barragán: Breve nota de vagancia nobelada

Por La Patilla

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Estamos en los días del Nobel de Literatura, otro modo de avisarnos que estamos en las postrimerías del año. Suenan algunos y muy firmes candidatos para alcanzarlo, aunque sobran los indicios de un criterio no tan estrictamente académico para ponderar esas posibilidades.

La industria editorial de los más asombrosos alcances, está a la expectativa al igual que las más nombradas casas de apuesta. El creciente aislamiento de Venezuela, añadida las consabidas circunstancias mediáticas, impiden que la noticia tenga una jerarquía cercana a la que antiguamente ostentó entre nosotros.

Hay nombres excluidos en varias de las acostumbradas listas en boga: unos, por demasiados conocidos y muy obvia nominación, como el caso de Salman Rushdie; otros, por razones de incomodidad política que pudiera reportar la sola premiación del polémico Michel Houellebecq, por ejemplo; o la prontitud de una concesión, respecto a los “jóvenes” Arturo Pérez-Reverte, Isaac Rosa, Leonardo Padura u otros que mueven las imprentas digitales. Agreguemos un cuarto motivo: los que están “rayados” por su descomunal éxito comercial, como Stephen King, al incumplir con determinados parámetros académicos, colocando a caballo a Haruki Murakami.

Hacer una lista personal de los autores favoritos, no luce nada fácil en este rincón del mundo. Digamos, una lista propia o una de los especialistas capaces de orientarnos en la opinión pública o en las mismas aulas superiores, tiene por la más extraordinaria dificultad – no faltaba más – el bolsillo, pues, a estas playas no suelen arribar los libros aún menos bulliciosos del mundo, ni sus escribidores nos incluyen en sus itinerarios publicitarios y académicos.

Gracias a varios amigos, accedemos a la versión electrónica de libros muy bien cotizados y, aunque es otro nuestro oficio, solemos distraernos sin mayores afanes ni pretensiones con la lectura. E, incluso, asomamos el tema quizá con algún temor, porque pesan varios prejuicios en torno al libro y sus oficiantes tildados con frecuencia de vagos sin remedio.

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