
La dentista brasileña Ana Luiza Prestes, de 29 años, atravesó uno de los momentos más difíciles de su vida tras ser diagnosticada con un cáncer poco frecuente que afecta la región de la cabeza y el cuello. El tumor, de cinco centímetros, se localizó en el maxilar y obstruyó la fosa nasal izquierda, comprometiendo su respiración.
Por Diario ADN
La joven madre debió someterse a una cirugía de 13 horas en Curitiba, Paraná, donde le retiraron la mitad del maxilar y reconstruyeron la zona con un injerto de piel y hueso del peroné.
El caso comenzó con una sensación inusual de adormecimiento en la mitad del paladar. Según relató Prestes, esta parestesia fue el primer signo de que algo no estaba bien. Días después, los síntomas se intensificaron con dolor al ingerir líquidos fríos, jugos o alimentos ácidos. El malestar pronto se extendió al rostro y coincidió con el área donde se encontraba el tumor.
Con el paso de los meses, la enfermedad avanzó hasta dificultar su respiración. Prestes recordó que llegó un momento en el que no podía inhalar aire por la fosa nasal izquierda, lo que la llevó a buscar ayuda médica. Un otorrinolaringólogo ordenó una tomografía computarizada, en la que se confirmó la presencia de un tumor de gran tamaño en la región maxilar.

El diagnóstico médico y el impacto emocional
El estudio reveló que se trataba de un carcinoma adenoide quístico, un tipo de cáncer que, según la Clínica Cleveland, afecta a 4,5 de cada 100.000 personas. La noticia fue devastadora para la joven, que relató haber sentido un silencio ensordecedor tras preguntar al médico si iba a morir. La recomendación inicial fue determinar con precisión el tipo de tumor, lo que aumentó la incertidumbre de la paciente y su familia.
El golpe emocional fue profundo. Prestes narró que uno de los momentos más difíciles fue tener que informar a sus padres sobre el diagnóstico. “Fue el día más difícil de sus vidas”, expresó, al recordar la reunión en la que les contó lo ocurrido.
El tratamiento elegido por los especialistas fue quirúrgico, complementado con radioterapia, ya que este tipo de cáncer no responde a quimioterapia. La intervención quirúrgica duró 13 horas e implicó la extracción de la mitad del maxilar, junto con estructuras cercanas para reducir el riesgo de células cancerígenas residuales.
La reconstrucción inicial se realizó con tejido y hueso del peroné, pero días después el injerto perdió circulación sanguínea, lo que obligó a una segunda cirugía. En esta ocasión, los médicos utilizaron piel y músculo del muslo para rehacer el procedimiento. Tras superar ambas operaciones, Prestes inició un ciclo de 30 sesiones de radioterapia.
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