Este 13 de Octubre del presente año al cumplir La Isabelica seis décadas de vida, es imposible no detenerse a mirar con nostalgia y orgullo esa urbanización que, más que un conjunto de bloques, veredas y casas, es un crisol de historias, sueños y emociones que han dado forma a la parroquia Rafael Urdaneta y, en general, al municipio Valencia.
La Isabelica nació en 1965, concebida como una ciudad dormitorio para acoger a la creciente fuerza laboral de la pujante zona industrial carabobeña. Sus 93 bloques distribuidos en 13 sectores, con sus escaleras custodiando cada entrada, y sus más de 3.650 apartamentos que albergan a más de 4.700 casas, han sido testigos del habitad frecuente, de cerca de 100,000 almas que han hecho de este lugar su hogar, su refugio, su raíz.
Recorrer sus veredas es caminar entre recuerdos. La Fuente de Soda «El Cupido», ese rincón clásico donde generaciones compartieron risas y confidencias. El Cine Isabelica, que alguna vez iluminó las tardes y noches con historias que atrapaban a grandes y chicos. La famosa Arepera «Tostada 63», la de la calle El Hambre con el Morocho, y la inconfundible venta de perros calientes «El Jumbo». O cortarse el pelo en la Barbería Venezuela. Esperar el transporte público o de la Universidad de Carabobo en la famosa parada de la Espiga de Oro, justo al lado de la famosa y aún abierta Pollera Polo y Rivas. Comer las empanadas de queso, pollo o asado al frente de la Iglesia del Sagrado Corazon de Jesús. Ir a jugar o disfrutar de un buen partido de Softball en el estadio Julio Moyetones. Cenar un día cualquiera con esas deliciosas economicas de 5 bs. por unidad, de los tostones del Kiosco Rojo en plena calle del hambre, atendido por «el gordo Koo-Aid». ¡Qué tiempos! Cómo olvidar la adrenalina que se sentía cuando uno escuchaba de un enfrentamiento entre «Los Pirañas» y «Los Anzuelos» o «Los Tarántulas».
También valdría recordar, la misión obligada de todas las tardes de comprar las Ambrosias en la Panadería Magallanes. Ni hablar de ir a comprar una caja de cerveza o botella de Ron en la madrugada, en la Licorería «Los Teranes». O ir con la novia a la Plaza Andrés Bello. Y como olvidar las compras de hortalizas y frutas frescas, todos los días en el Mercado Periférico. Esos pequeños altares gastronómicos, de diversión o cotidianidad para la juventud y adultez, que alimentaron tanto el cuerpo como el espíritu de sus habitantes, son inolvidables.
Cada uno de estos espacios, han tejido en el alma colectiva de La Isabelica, una identidad única. No es solo la arquitectura o la cantidad de bloques o apartamentos, es la vida que palpita en sus calles, en sus plazas, en sus esquinas donde niños jugaron, jóvenes soñaron y adultos lucharon por un futuro mejor.
No puedo dejar de mencionar a aquellos que desde estas tierras han llevado el nombre de La Isabelica más allá, como Roger Cedeño, orgullo deportivo que iluminó con su talento las grandes ligas, o Henry Falcón, cuya trayectoria política dejó huella en Lara y el país en general. Y el mismo Néstor Rivero, cantante del grupo Los Adolescente’s, quien ha hecho una destacada carrera en el mundo musical del país y el exterior. Ellos son ejemplos vivos de lo que esta urbanización ha significado para tantas personas: un lugar donde se forjan destinos y se sueña en grande.
Para mí, Iván López, La Isabelica es mucho más que un sitio en el mapa. Es la historia que me aterriza, el recuerdo constante de quién fui y de lo que siempre seré. Es UN LATIDO que no cesa, un abrazo que se extiende en cada esquina y un testimonio vivo de esfuerzo, comunidad y esperanza. En estos 60 años, La Isabelica ha demostrado que no importa el tamaño ni la cantidad de bloques o apartamentos, sino la fuerza de su gente y la riqueza de sus vivencias. Que cada vereda, cada escalera, cada espacio común es un capítulo más en un libro que sigue escribiéndose con pasión y dedicación.
Celebrar estos 60 años es celebrar a cada uno de sus habitantes, a quienes la hicieron posible y a quienes continúan construyendo su presente y futuro con la misma fuerza con la que se levantaron sus primeros bloques. La Isabelica no es solo una urbanización; es un símbolo de identidad, resistencia y amor por el lugar al que llamamos hogar.
Que esta fecha nos inspire a todos a seguir cuidando y valorando este pedazo de historia viva. Porque La Isabelica es, y será siempre, mucho más que ladrillos: es corazón y alma de Carabobo. Así de simple. Qué viva La Isabelica!!!
@IvanLopezSD *
(*) Isabeliqueño, nacido en el año 1.974, que se críó y estudió todo lo académico hasta graduarse como Bachiller en el Liceo Enrique Bernando Nuñez, jugando buen béisbol en los campos de Los Criollitos, y que dió su primer beso y tuvo su primera novia allí en La Isabelica. Y cuya esencia, siempre persiste por las visitas fijas, todos los fines de semana a la casa materna del sector 2, vereda 1, casa Nro.7.
La magia de haber nacido en La Isabelica…