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La entrega del premio Nóbel de la Paz a María Corina Machado en Oslo fue un hito cardinal en el camino laborioso pero irrenunciable por conquistar la libertad en Venezuela. Es un reconocimiento justo, por un lado, a una mujer excepcional, tenaz y valiente, que ha estado luchando durante los últimos 20 años por recuperar el orden constitucional defendiendo los derechos civiles y políticos de los venezolanos. Su coraje lo ha potenciado con la inteligencia y visión de rodearse de un equipo abnegado para enfrentar a un régimen déspota y represivo con una estrategia que supo sembrar esperanzas, aunar voluntades y preparar las condiciones para cimentar, claramente, el triunfo de la voluntad popular que habría de alcanzarse en los comicios del 28J 2024. Y el premio recoge, asimismo, las aspiraciones de un pueblo largamente oprimido que, no obstante sufrir la represión, no ha dejado caer su resolución por conquistar una vida digna, en libertad, que abra posibilidades de creciente prosperidad. Finalmente, como ha destacado María Corina, es un triunfo de Venezuela, de todos, porque permitirá el reencuentro feliz de tantas familias con el retorno al país de los millones de migrados forzosos. En fin, la antítesis del dominio oprobioso de Maduro y de quienes lo acompañan.
En estos momentos tan críticos para Venezuela, con su economía destruida, una hiperinflación en ciernes, la tercera parte de su población en el destierro, centenares de perseguidos, desaparecidos y/o torturados, casi mil presos políticos, con los derechos básicos de los venezolanos vulnerados y colapsados los servicios públicos, quienes ocupan ilegítimamente el poder, lejos de manifestar interés –¡aunque fingido!– por una salida promisoria, responden desafiantes, atrincherándose tras una retórica llena de insultos y de desplantes contra todo lo que representa lo anterior, mientras arrecian, todavía más, la represión. Su desconsideración con los derechos más elementales del ser humano se pone de relieve con la condena a 30 años de prisión a la Dra. Marggie Orozco por haber enviado un mensaje por WhatsApp pidiendo votar en contra de Maduro en las elecciones del año pasado (¡!); otra condena, por igual número de años, a Rafael Tudares, simplemente por ser yerno de Edmundo González Urrutia, presidente electo; y la trágica muerte del exgobernador y dirigente popular de Nueva Esparta, Alfredo Díaz, en las mazamorras del régimen. Se suman a los centenares de compatriotas inocentes que sufren un cruel encierro, desde hace tiempo, basado en las acusaciones más absurdas.
Ante la presencia frente a nuestras costas de una poderosa fuerza naval de EE.UU. con la misión supuesta de combatir las prácticas delictivas de quienes, enseñoreados del Estado venezolano, conforman una organización terrorista internacional considerada una amenaza, Maduro se manda a filmar bailando para simular que no le afecta, luego aparece amenazando con “partirle los dientes al imperialismo”, cual lucha callejera y tal disparate lo acompaña Delcy Rodríguez con estupideces en contra de la ceremonia de entrega del Nóbel de la Paz a María Corina –“parece un velorio”, dijo—, como con insultos a Noruega. Pero, en estupideces, gana de calle el energúmeno del mazo. Afirmó en la tele que en a llamada (por ellos) cuarta república –que incluye años en que el ingreso medio de los venezolanos superaba al de muchos países europeos—la gente sólo podía comprar raciones minúsculas de café, leche, mantequilla y otros víveres (¡!) ¿Qué opina el siquiatra Jorge Rodríguez?
Estas reacciones delatan desconcierto y odio inocultables por haber sido burlados por una laureada recibida en Oslo con alborozo por centenares de venezolanos, sentir reproducido con mucho entusiasmo a nivel mundial en millones que pudieron seguir los acontecimientos en las redes. Pero, sobre todo, expresan miedo. Al fin “les cayó la locha” de que sus días de usurpación se les acaban.
Lamentablemente, los fascistas han venido torpedeando, una y otra vez, las posibilidades de una salida por vías constitucionales o, al menos pacíficas. Han despreciado la perspectiva de una justicia transicional que pudiera ofrecerles ciertas garantías en un proceso de transición democrática. Su conducta contrasta con la de la oposición de intentar de todo en el marco de la constitución desde hace años por recuperar los derechos civiles y políticos para poder dirimir las diferencias legítimas entre los venezolanos y expresar, sin amedrentamiento ni coacciones, sus preferencias. Pero, el juego democrático no va con ellos, como muestra fehacientemente el bochornoso robo de las elecciones presidenciales de julio 2024. Porque el fascismo rechaza una contienda política en la que se reconozca al otro. En su contra, libra una guerra. Su negativa tozuda a reconocer la voluntad popular –incluso ante las actas de votación que certifican el triunfo contundente de Edmundo Gonzáles Urrutia–, descarta toda convivencia política posible con Maduro y su camarilla. Y, escamoteadas las opciones de lucha democráticas en el ámbito interno, no pueden menospreciarse las fuerzas extranjeras, aunque nos guste o no Trump, que puedan contribuir a sacar a tan crueles opresores.
Se cuenta que, cuando Hitler traicionó su pacto con Stalin en la Segunda Guerra Mundial e invadió a la URSS, éste buscó el apoyo de Inglaterra contra el agresor. Churchill asintió. Al ser increpado de cómo un convencido anticomunista como él accedía a tal alianza, el entonces Primer Ministro respondió, “estoy dispuesto a aliarme hasta con el diablo para derrotar a ese monstruo (Hitler)”.
´Muchos hacen referencia a la imprevisibilidad de las acciones a tomar por Donald Trump desde la presidencia de EE.UU.. Sea como sea, luce poco probable que la poderosa flota enviada frente a nuestras costas se limite solo a destruir lanchas de supuestos narcotraficantes. Todo apunta al interés de provocar la salida de Maduro, convertido en insoportable azote no sólo para los venezolanos, sino también para la región. Pero la presión ejercida en su contra, in crescendo, ha tenido como respuesta, hasta ahora, el circo de intemperancias y disparates mencionadas arriba. Para Trump, esos desplantes no le hacen ni cosquillas, pues tiene la vista puesta en las venideras elecciones de medio período de noviembre, 2026. Para entonces, representaría un triunfo político innegable haber sacado a Maduro sin tener que recurrir a acciones militares y sin bajas estadounidenses. Retirarse sin haber logrado algún cometido significativo sería, por el contrario, un fracaso total. De manera que, de no poder conminar a Maduro de que se fuera por las buenas, será, aparentemente, por las malas.
La farfullada de la dictadura de anunciar la movilización de tropas “para la defensa de la patria”, no es sino eso, una farfullada. Porque cumplir esta convocatoria pudiera transformarse en la ocasión que permitiera fraguar, en su contra, la insurrección que tanto temen. Llevan años separando a los distintos comandos de la FAN con su feudalización en REDIs, ZODIs y ARDIs para dificultar las posibilidades de que se coordinasen entre sí para sacarlos del poder, mientras sus altos jefes se dedican a la extorsión y al saqueo. Esta previsión se vendría abajo porque el verdadero peligro que enfrenta el fascismo madurista se lo crearon ellos mismos, haciendo que la inmensa mayoría de los venezolanos, incluyendo el grueso de la tropa, estén en su contra. Con tanto atropello, tanta miseria, tanta crueldad contra la gente, escudadas tras embustes cada vez más ridículas, ¿creen de verdad, que una FAN tan maltratada y desprovista va a salir a defenderlos? De haber una oportunidad para defender con sinceridad a la nación y cumplir con sus votos de lealtad a la patria, ésta en desplazar a la claque fascista del poder y apoyar a la investidura de Edmundo González Urrutia como presidente de Venezuela y evitar, así, toda posibilidad de un enfrentamiento militar con EE.UU. Sea cual fuere su naturaleza, sólo se podría desembocar en tragedia para los involucrados.
El otorgamiento del Nóbel de la Paz a María Corina Machado la semana pasada, su extendida visibilidad a nivel mundial y el apoyo de influyentes líderes de diversos países ha vuelto a arrimar a la lucha por la libertad y la justicia en Venezuela al centro de la atención mundial. Gracias a la tenacidad inquebrantable de nuestro pueblo y al valeroso liderazgo de María Corina Machado y su equipo, se le ha propinado una derrota moral decisiva a la dictadura. Más vale que negocie su salida mientras pueda. El final con que se topó Mussolini no es muy alentador.
Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com