
La historia de Jorge Enrique Harris, conocido por todos como George Harris (Caracas, 1980), es la de un periodista no convencido de dedicarse al oficio de contar noticias. En medio de la duda, pero fiel a sus inclinaciones artísticas, se apuntó a una clase de actuación en Madrid. “Fue allí donde descubrí la comedia. Un profesor me dijo en una práctica: ‘Te quiero decir que hacer reír como tú lo haces es más complicado que hacer llorar’. Me recomendó que me dedicara al humor”, recuerda.
Por El País
Con esa idea en mente, regresó a Venezuela para abanderar un proyecto inédito que se llamó Micrófono abierto en un famoso bar del este de Caracas en 2008. “Nos dieron los lunes y empezaron a ir 20 personas, pero al poco tiempo se convirtió en la noche número uno del bar”, comenta. Pese al éxito y las oportunidades que se avecinaban, decidió dejarlo todo para irse a Miami. “A mí el chavismo nunca me engañó. Siempre fui el que le decía a todos, corran por su vida. Mi mamá es ciudadana estadounidense e hice los trámites para adquirir la ciudadanía antes de irme a España. Sabía que en un momento dado, la Estatua de la Libertad llamaría por mí, y así fue”, cuenta sobre su proceso migratorio.
En 2011, llegó a Florida para hacer stand up comedy, y tras varios años de intentos, presentándose en bares para 9, 12 o 30 personas; aterrizó en la Sala Flamingo, en la que encontró su voz como humorista y una residencia desde hace 11 años, con 650 butacas agotadas los jueves de cada semana. Desde entonces, su carrera despegó de forma constante, ganando millones de seguidores en sus redes sociales y su canal de YouTube, y celebrando exitosas giras por Estados Unidos, Latinoamérica y Europa; que incluyen presentaciones agotadas en recintos multitudinarios reservados para las actuaciones de las grandes estrellas de la música.

Convertido en un rock star de la comedia latina, Harris conversa con EL PAÍS sobre su nuevo show, El pueblo de uno, y la gira de presentaciones que lo llevará por medio mundo, incluyendo ciudades como Madrid (27 de septiembre), Orlando (9 de noviembre) y Puerto Rico (7 de diciembre).
Pregunta. Se convirtió en el primer comediante latinoamericano en llenar El Teatro del Madison Square Garden de Nueva York, el pasado mes de junio, en el arranque de su gira.
Respuesta. Ha sido un paso muy importante en mi carrera. Agotar en un momento como este fue aún más significativo. Los espectáculos están de capa caída estos días por el tema migratorio. En medio de todos los ataques que ha recibido la comunidad venezolana, y los inmigrantes en general, la gente se siente intimidada de asistir a eventos.
P. Algunos le dijeron que en Miami no lo iba a lograr, pero usted es hoy la foto del sueño americano.
R. La verdad es que estoy sumamente agradecido. Me siento Freddie Mercury, ¿sabes lo que te quiero decir? Soy muy afortunado. Al principio fue muy duro y árido. No arranqué con un medio de comunicación detrás de mí. Empecé solo y eso hace que sea mucho más lento, pero más eficaz. La clave de mi carrera ha sido el boca a boca. Son las recomendaciones de la gente lo que ha hecho que el show crezca de forma maravillosa y orgánica.
P. En su nuevo monólogo, El pueblo de uno, retoma el tema de la identidad y el significado de ser latino.
R. Es un monólogo de dos horas de duración que empieza con temas noticiosos para caer luego en una historia propia, con anécdotas que tengo con mi madre, mis compañeros de clase, mi primer trabajo… Cada uno de los cuentos es más insólito que el otro. Hay un momento en el que haré una especie de exorcismo, para terminar cantando, llorando y riendo… La esencia de este show es la identidad de ser hispano, esa cosa rara que puede ser muchas cosas a la vez, pero que también tiene una identidad propia.
P. Su comedia está muy ligada al tema de la inmigración. Usted habla siempre desde el lugar del que se fue.
R. He hecho de la inmigración mi tono, mi ruta, mi manera de expresarme. Cuento historias de la gente que ha salido de su país, pero no solo me enfoco en la venezolanidad. Me dirijo a todos los latinos. No importa si tú hablas de una manera y yo de otra, todos vivimos el choque cultural, la compra de un carro, la renta de una casa, la lucha por los papeles. Muchas personas se me acercan y mi dicen: “Cuando hablas de tu niñez, es la mía, parece que nos crio la misma mamá. Tus chistes me han hecho despertar algo que yo pensé que ya no existía en mí”, y es conmovedor.
P. ¿El humor sana?
R. Totalmente. El humor te ayuda a superar una quimioterapia, la partida de un hijo, un divorcio, la lejanía del ser amado y el duelo migratorio. Si te ríes en medio de un momento negativo, subes un escalón y logras ver el firmamento más claro. También te hace transitar la tormenta de una manera mucho más digna. No es lo mismo quedarse encerrado en un ascensor solo, que con otra persona y cagado de la risa.
Lea más en El País