
La Fundación Arcadia publicó este viernes un comunicado donde celebra la concesión del Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado y la sitúa como emblema de una Venezuela que “resiste con dignidad” y de una región que no renuncia al Estado de derecho.
El texto, divulgado desde Washington y anclado en el anuncio hecho “hoy en Oslo”, no se limita a felicitar: ofrece un marco ético y político de alcance hemisférico, con una tesis central que lo recorre de principio a fin —la paz auténtica es inseparable de la libertad— y un llamado operativo a la comunidad internacional: “acompañar con coherencia” a quienes sostienen, en condiciones adversas, la ruta cívica hacia elecciones libres.
Arcadia expresa su “más honda alegría y reconocimiento” por el laurel concedido a Machado, al que define como una distinción que “trasciende a la persona” y se inscribe en la memoria de un país entero. El comunicado se propone tanto como celebración —“una victoria moral que ilumina”— como declaración de principios: la paz no es una tregua sin contenido, sino una arquitectura institucional que asegura libertades, justicia imparcial y controles al poder. El premio, afirma, honra “su lucha por los derechos democráticos del pueblo venezolano y su empeño en una transición justa y pacífica hacia la democracia”.
«Machado es la primera persona nacida en Venezuela en recibir el Nobel de la Paz. Pero el acento no cae en la biografía individual, sino en lo que ese reconocimiento condensa: las voces de millones de ciudadanos que, frente a la adversidad, han defendido la libertad sin recurrir a la violencia”.
El comunicado no elude el contexto de hostigamiento. Recuerda que Machado fue inhabilitada para competir en 2024, objeto de acoso judicial y físico, y obligada a operar en la clandestinidad sin renunciar a una estrategia cívica, “no una consigna de odio”, en un escenario de represión y cierre de espacios. La secuencia no se presenta como martirologio, sino como fundamento de legitimidad: persistir en el método democrático cuando se encadenan los disuasivos del autoritarismo confiere densidad moral al liderazgo y explica, en clave internacional, la proyección que hoy culmina en Oslo. “El mundo ve, oye y acompaña”, sintetiza el texto.
Fiel a su razón de ser, Arcadia anuda la cuestión democrática a su frente de batalla original: la lucha contra la corrupción como condición de posibilidad de los derechos humanos. “No hay paz posible donde se corrompe la voluntad popular; la corrupción no es burocracia defectuosa, sino violencia estructural contra el demos”.
Arcadia también agradece al Comité Noruego por afirmar “con claridad” que la defensa pacífica de la libertad está en el corazón de la paz.