Entró en la hermandad y las mató mientras dormían: el salvaje ataque final de Ted Bundy
19 Sep 2025, 17:58 3 minutos de lectura

Entró en la hermandad y las mató mientras dormían: el salvaje ataque final de Ted Bundy

Por La Patilla

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Nadie imaginaba que ese 7 de junio de 1977, en una tarde como cualquier otra, Ted Bundy escaparía tan fácilmente del juzgado.

Por Clarín

En el palacio de Justicia de Aspen intentaban comprobar la acusación de homicidio en primer grado en su contra por el crimen de una joven llamada Caryn Campbell, perpetrado años atrás. El guardia que lo custodiaba lo perdió de vista durante un segundo y él se esfumó como si fuera el truco de un mago.

Más adelante se supo que saltó desde una ventana ubicada a ocho metros de altura del suelo. Como consecuencia del impacto se torció un pie, pero eso no le impidió correr hasta el bosque más cercano, donde permanecería días.

Su huida inició la cacería. El FBI entró en juego; desde entonces, Bundy se convirtió en un fugitivo interestatal. Lo que pasó en la montaña murió en la silla eléctrica junto con el asesino el 24 de enero de 1989.

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En el documental de Netflix de Joe Berlinger, Las cintas de Ted Bundy, el propio criminal cuenta que esos días los pasó en una cabaña que encontró de casualidad en el bosque. Se alimentaba como podía. Para él fue una época fabulosa.

Tan absurdo había sido su escape que su captura debía respetar la misma consigna: lo atraparon intentando abrir la puerta de un auto que no era suyo.

Tampoco nadie pudo creer cómo un día antes de Año Nuevo, Bundy se subió a una pila de libros y escapó de su celda por un agujero en el techo. Había bajado de peso solo para poder caber allí. Se puso la ropa de un guardia y salió por la misma puerta por la que había ingresado.

“El FBI sabe que somos criaturas de hábitos”, suelta el monstruo en las cintas.

Pasó dieciséis días de ciudad en ciudad con tarjetas de crédito y coches ajenos. Tomó buses y hasta un avión. El 14 de enero de 1978 ya estaba en Tallahassee, en Florida.

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