El crecimiento de la economía informal se ha hecho evidente en los últimos años, al punto de superar en algunos sectores a la economía formal. Se estima que más de 6 millones de personas forman parte de esta dinámica, de las cuales casi un millón son propietarios de actividades que sostienen una parte significativa de la economía nacional. El comercio es el sector más representativo, llegando incluso a superar al formal en algunos estados. En total, se calcula que la informalidad abarca entre el 30% y el 50% de los distintos sectores de la actividad económica nacional. Siendo el comercio donde se hace más presente.
Una de las razones de este crecimiento es que la economía informal no está sometida a los mismos costos que la formal: locales, nómina de empleados, impuestos municipales y nacionales, o servicios públicos. Este diferencial puede representar hasta un 50% menos en costos operativos. Como consecuencia, muchas empresas formales no logran sostenerse, viéndose obligadas a cerrar porque sus ventas y beneficios no alcanzan para cubrir los gastos.
Más allá de sus limitaciones, la informalidad se ha convertido en una solución social: sostiene a millones de familias que dependen de esta actividad para generar ingresos. Sin embargo, la mayoría de estas unidades económicas son pequeñas y familiares, y sus beneficios laborales no se comparan con los del sector formal. Además, su volumen de actividad suele depender de temporadas específicas, como las festividades o las vacaciones.
Aun así, muchas iniciativas informales han logrado consolidarse y dar el salto hacia la formalidad gracias al crecimiento de sus ventas y clientela. El verdadero desafío está en generar condiciones económicas que permitan a estos emprendedores fortalecer sus negocios y evolucionar hacia la formalidad, contribuyendo así de manera más sostenible al desarrollo del país.
Vicente Brito
Presidente
Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución.