
En la Península de Paria de Venezuela, un idílico tramo de costa caribeña, es un secreto a voces que los barcos que parten de sus puertos pueden transportar drogas o pescado.
Por: AP
Los residentes dicen ignorar quién es el dueño de la carga ilegal, pero saben cuándo el negocio va bien porque la gente sale a comer, se arregla el cabello y las uñas y compra carne cara. También admiten que nada de esto ha sucedido desde que el Ejército de Estados Unidos atacó uno de esos barcos a principios de este mes.
Se conocen pocos detalles sobre el mortal ataque lanzado el 2 de septiembre contra un barco que, según el gobierno del presidente Donald Trump, partió de Venezuela transportando drogas y a 11 miembros de la banda Tren de Aragua, lo que ha alimentado la especulación. Los pescadores de la península dijeron a The Associated Press que no culpan del todo a quienes ingresan al comercio ilegal, ya que, hoy en día, vivir solo de la pesca en Venezuela es aceptar una vida de pobreza.
Los barcos pesqueros de la impresionante península han sido reconfigurados para contrabandear migrantes, traficar humanos, vida silvestre y combustible. Estos llamados “otros negocios” han florecido desde la crisis económica que inició en Venezuela hace una década.
“Aquí no hay revolución”, dijo el jubilado Alberto Díaz, refiriéndose al autodenominado movimiento socialista que el difunto Hugo Chávez lanzó en Venezuela en 1999 con la promesa de mejorar la vida de los pobres utilizando el petróleo del país. “Aquí lo que hay es hambre, sacrificio, puro dolor”.
Mientras caminaba por el barrio de Güiria, donde vivía una de las víctimas del ataque, Díaz lamentó el declive de la industria pesquera local, que una vez ofreció empleos con salarios dignos y una forma para que la gente pudiera “sentirse feliz”.
Abundan las especulaciones
Las especulaciones sobre el ataque siguen circulando en Venezuela, y la gente se pregunta quién murió y si sus muertes son parte de un plan para derrocar al presidente Nicolás Maduro. Algunas personas han cuestionado las afirmaciones de su gobierno de que el video del ataque, publicado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue creado con inteligencia artificial y que un barco de ese tamaño no puede aventurarse en alta mar.
Pero los pescadores de la península, que conocen su oficio, reconocieron de inmediato algunas características del barco del video. Dijeron que era un barco pesquero de 12 metros de largo conocido en Venezuela como “peñero” con cuatro motores potentes y costosos. Calculan que cada uno de ellos tenía al menos 200 caballos de fuerza, una potencia cinco veces mayor que la que se usa típicamente en los peñeros locales.
“La pesca no da para comprar un motor así”, dijo el pescador Junior González durante un descanso mientras reparaba un barco a lo largo de la costa de Guaca. Solo un puñado de las aproximadamente dos docenas de plantas procesadoras de sardinas siguen funcionando en esta comunidad tras años de sobrepesca, restauración fallida y la crisis general del país.
González explicó que los motores que usa cuestan entre 4.000 y 5.000 dólares cada uno, mientras que uno del tipo que se requiere para llegar a Trinidad y Tobago —el presunto destino del barco atacado— se vende por 15.000 a 20.000 dólares.
“Narcotraficantes a pequeña escala”
El gobierno de Trump aún no ha explicado cómo el Ejército evaluó la carga del barco y determinó la supuesta afiliación de los pasajeros a la banda antes del ataque. La semana pasada, funcionarios de seguridad nacional dijeron a miembros del Congreso que la embarcación fue atacada varias veces después de haber cambiado de rumbo.
El ataque, que se produjo después de una acumulación de fuerzas marítimas estadounidenses en el Caribe, marcó un cambio de paradigma en la forma en que Estados Unidos está dispuesto a combatir el narcotráfico en el hemisferio occidental. El ejército del país abatió a otras tres personas el lunes tras atacar un segundo barco que, según Trump, transportaba drogas desde Venezuela.
El ministro venezolano del Interior, Diosdado Cabello, señaló que las autoridades ya investigan el primer ataque, pero no ha proporcionado más detalles. Él, Maduro y otros funcionarios del gobierno han dicho repetidamente que Venezuela no es un participante clave en el tráfico de drogas global.
Varios pescadores y un líder local que pidieron no ser identificados por temor a represalias del gobierno de Maduro dijeron a la AP que el barco atacado el 2 de septiembre partió de Venezuela desde San Juan de Unare, otra comunidad pesquera en la costa norte de la península. Dijeron que los hombres a bordo eran de esa ciudad, así como de Güiria.
Si bien algunos pescadores complementan sus ingresos con el narcotráfico por desesperación, Christopher Sabatini, investigador del Chatham House en Londres, dijo que el gobierno de Trump “ha exagerado completamente” el alcance de sus actividades ilícitas al vincularlos con la banda venezolana Tren de Aragua y considerarlos una amenaza inmediata para Estados Unidos.
“Si miras (los barcos), nunca podrían hacer el viaje por el Caribe a Estados Unidos”, afirmó. “Estos son pescadores a pequeña escala —y ahora, narcotraficantes a pequeña escala— que no representan el núcleo del problema”.
Todos saben lo que pasó
El domingo, González, su padre y sus hermanos eran los únicos pescadores en la costa, salpicada de barcos amarrados, ya que los recientes cambios de política han restringido la frecuencia con la que las tripulaciones pueden pescar sardinas. En comunidades como Guaca y El Morro de Puerto Santo, las nuevas reglas podrían reducir los ingresos de un pescador a menos de 100 dólares al mes, lo cual no es suficiente para cubrir una semana de comestibles en la economía actual de Venezuela.
El narcotráfico, en contraste, paga miles de una vez.
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