Racionalidad, verdad y democracia en crisis, por Freddy Marcano
22 Sep 2025, 12:03 5 minutos de lectura

Racionalidad, verdad y democracia en crisis, por Freddy Marcano

Por La Patilla

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Hoy en día, conviene recordar que la historia política contemporánea ofrece enseñanzas que, al ser leídas con sensatez, pueden iluminar los dilemas actuales de nuestro país. Venezuela, atrapada en la confrontación entre un oficialismo aferrado al poder y una oposición que en ocasiones replica los mismos vicios que critica, se mueve en un terreno donde la emocionalidad, la manipulación y la mentira han sustituido el debate racional y la construcción de acuerdos, muchos ayudados desde tribunas en el exterior, desconectados o desubicados de la realidad interna. La reflexión de tres autores —Hannah Arendt, Max Weber y Giovanni Sartori— permite entender esta crisis y, más aún, vislumbrar caminos de salida.

En este sentido, la filósofa política Hannah Arendt, una de las grandes pensadoras del siglo XX, advertía que en la política moderna la mentira no es un accidente, sino una estrategia que, repetida y amplificada, se transforma en una verdad aceptada. En Venezuela, el discurso gubernamental y el de muchos sectores opositores han recurrido a esta práctica ignominiosa: la exageración, el relato parcial o la distorsión de hechos para terminar sustituyendo la realidad. Cuando el ciudadano percibe que la verdad es maleable, la confianza se rompe y el espacio público se convierte en terreno fértil para la manipulación. La consecuencia de esta práctica es una sociedad cada vez más incrédula, atrapada entre relatos irreconciliables.

Por su parte, el sociólogo y economista alemán Max Weber, considerado el padre de la sociología moderna, nos recuerda la necesidad de distinguir entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. En Venezuela, tanto el poder establecido como sus adversarios extremos han actuado movidos por la convicción de “tener la razón absoluta”, incluso a costa de sacrificar la estabilidad institucional y la convivencia democrática. La política concebida desde la responsabilidad —esa que mide consecuencias, que busca soluciones posibles antes que victorias simbólicas— ha sido relegada a un segundo plano. Y en esa ausencia, la sensatez cede ante la emocionalidad y el cálculo inmediato.

De igual manera, el politólogo italiano Giovanni Sartori, uno de los más influyentes estudiosos de la democracia y la comunicación política, alertó sobre la sustitución del debate racional por el espectáculo mediático. Hoy, las redes sociales venezolanas son ejemplo vivo de esta advertencia: se privilegia la consigna sobre el argumento, la emoción sobre el análisis, la viralidad sobre la verdad. Tanto oficialismo como oposición radical alimentan esa dinámica, al creer que la política se gana en el terreno del impacto instantáneo, sin entender que con ello en realidad se pierde la capacidad ciudadana de deliberar críticamente.

No es la primera vez que planteo esta preocupación. En un artículo anterior sobre el aventurerismo político en Venezuela, advertí cómo tanto el gobierno como la oposición extrema han caído en prácticas que privilegian el espectáculo y la improvisación sobre la responsabilidad y la sensatez. Aquella reflexión se conectaba con la inquietud de fondo: la incapacidad de nuestra clase política para romper con la emocionalidad desbordada y avanzar hacia un terreno donde la razón y la responsabilidad guíen el rumbo nacional. La insistencia de presentar este tema no es casualidad: refleja la gravedad de un fenómeno que hoy amenaza con volverse estructural en nuestra vida política.

En conjunto, las reflexiones de Arendt, Weber y Sartori nos muestran un espejo incómodo: una política atrapada entre la mentira que se disfraza de verdad, la convicción que ignora la responsabilidad y la emocionalidad que anula la racionalidad. Ese espejo refleja con nitidez el drama venezolano: un país donde los extremos, más que enfrentarse, se retroalimentan, ahogando toda posibilidad de reencuentro nacional.

Finalmente, superar este laberinto no pasa por la negación del conflicto —tenemos que comprender que la política es y será siempre disputa—, sino por recuperar la sensatez como norma de acción. Venezuela necesita líderes que asuman la ética de la responsabilidad, comprendan que la mentira erosiona la democracia desde dentro y sepan defender un espacio público donde el debate racional prevalezca sobre el ruido emocional. La salida a la crisis no está en la imposición de un relato sobre otro, sino en el reencuentro con la verdad compartida y el compromiso de construir un futuro que recupere y se sostenga en la democracia, la libertad y la responsabilidad, respetando las diferencias de pensamiento.

@freddyamarcano

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