
El Premio Nobel de la Paz para María Corina Machado, un espaldarazo histórico para la causa democrática venezolana, llega en el peor momento posible para Nicolás Maduro. En Caracas dan por seguro que la “fase dos” del despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe sur, anunciada por Donald Trump, es inminente, sólo a la espera de que el conflicto de Gaza pase a un segundo plano. Del hundimiento de pequeñas embarcaciones se podría pasar al bombardeo en la Venezuela continental de objetivos vinculados al Cártel de los Soles y a las redes del narcotráfico.
Por: La Nación
Iván Simonovis, antiguo jefe de policía de Caracas que fungió como principal contacto con la administración estadounidense durante la presidencia encargada de Juan Guaidó, adelantó que al menos son 60 los objetivos estadounidenses de un amplio repertorio que abarcaría pistas clandestinas, laboratorios e instalaciones de la guerrilla colombiana, que trafica con cocaína en el corredor fronterizo desde hace años.
Nunca antes estuvo sometido a semejante presión el “hijo de Chávez”, sobre cuya “cabeza” pesa una recompensa de 50 millones de dólares por parte de Estados Unidos.
Incluso la campaña chavista de propaganda puesta en marcha esta semana, tras las nuevas restricciones contra emigrantes venezolanos en Estados Unidos, ha saltado por los aires en sólo tres días. A las acusaciones sin pruebas contra Machado de promover personalmente el final del Estatus de Protección Temporal (TPS) para venezolanos en Estados Unidos se han unido las arengas diarias de líderes chavistas, que la acusan de llamar a la guerra y a la invasión del país.
“El Premio Nobel es un reconocimiento de la legitimidad del movimiento de María Corina Machado y de la oposición venezolana. Pero también significa el reconocimiento de la ilegitimidad manifiesta del gobierno de Maduro. Obviamente, este galardón ejerce más presión si cabe contra el chavismo”, adelantó para LA NACION John Polga-Hecimovich, profesor asociado de Ciencias Políticas en la Academia Naval de Estados Unidos.
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