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Conversaba en días pasados con un amigo que está en la etapa final de la tesis para su ascenso como profesor titular, sobre el arte de gobernar y los derivados que el prefijo pueda sugerir (des, anti, contra, filo, etc.). Guillermo Guzmán Mirabal tuvo la generosidad de anticiparnos, en un receso previo con café en mano, el marco y propósito de la investigación que lo ocupa, en torno al testimonio oral de los altos funcionarios diplomáticos estadounidenses destacados en este lado del mundo, por el siglo XX, cuya primicia redujo a dos durante el gobierno de Luis Herrera Campíns, por cierto, objeto de un merecido, justo y sobrio tributo académico en la Católica Andrés Bello al oeste de la ciudad capital.
Recordamos inmediatamente un nombre que nos atrajo a mediados del bachillerato, cuando le concedió una entrevista a la revista Resumen que la intituló empleando el término “decisionética”. Y, así, Yehezkel Dror quedó en nuestra memoria adolescente hasta que un buen día de mediados de los años noventa, lo reencontramos a través de un libro apasionante y a un precio por entonces poco razonable, sin imaginar lo que vendría después: “La capacidad de gobernar. Informe al Club de Roma” (Fondo de Cultura Económica, México).
La obra del profesor emérito de la Universidad Hebrea de Jerusalén, evalúa y determina la obsolescencia de los gobiernos contemporáneos en el contexto de los desafíos otrora previsibles de la presente centuria, como las crisis económica, ambiental y de seguridad, apuntando a varias de las fallas estructurales que acarrea la falta de visión a largo plazo, la desconfianza ciudadana, el dominio mediático del mundo financiero en los períodos electorales, la calidad de los procesos de toma de decisiones, la imposición del cortoplacismo del mercado por encima de la sociedad civil organizada, entre otros elementos. Por ello, apunta a cinco aspectos para una mejoría integral de la gobernanza: el fomento de una cultura política alternativa que también le concierna directamente a los líderes, reformas institucionales que involucren a la ciudadanía en términos de la correspondiente planificación estratégica, captación del capital humano más calificado que sirva de vanguardia para las transformaciones del caso, campañas masivas de concienciación ciudadana.
La invocación de Dror en la conversación ya aludida, nos permitió reparar en una hipótesis respecto a los niveles de gobernabilidad y de gobernanza que Estados Unidos y Venezuela llegaron a ostentar en desigual medida y eficacia con sus aciertos y fracasos. Igualmente, nos lleva a conjeturar y contrastar sobre aquello que hoy puede atraer a un adolescente o joven de avanzada edad; la pertinencia de una comisión presidencial actualmente olvidada a pesar de su legado, como la COPRE; la vigencia o no de los presupuestos drorianos que tuvieron como destinatario nada más y nada menos que el célebre Club de Roma, garantizándole una inmediata universalidad noticiosa.
La obra del profesor emérito de la Universidad Hebrea de Jerusalén, evalúa y determina la obsolescencia de los gobiernos contemporáneos en el contexto de los desafíos otrora previsibles de la presente centuria, como las crisis económica, ambiental y de seguridad, apuntando a varias de las fallas estructurales que acarrea la falta de visión a largo plazo, la desconfianza ciudadana, el dominio mediático del mundo financiero en los períodos electorales, la calidad de los procesos de toma de decisiones, la imposición del cortoplacismo del mercado por encima de la sociedad civil organizada, entre otros elementos. Por ello, apunta a cinco aspectos para una mejoría integral de la gobernanza: el fomento de una cultura política alternativa que también le concierna directamente a los líderes, reformas institucionales que involucren a la ciudadanía en términos de la correspondiente planificación estratégica, captación del capital humano más calificado que sirva de vanguardia para las transformaciones del caso, campañas masivas de concienciación ciudadana.
