
Febrero de 2022. Días antes de que los tanques rusos cruzaran la frontera con Ucrania, Moscú ya había lanzado su primer ataque. No con misiles, sino con código. Hackeó compañías telefónicas para enviar SMS masivos sobre corridas bancarias, creó perfiles falsos en redes sociales y tumbó infraestructura crítica: combustible, electricidad, internet. “Preparación al ataque físico”, explica Gabriel Zurdo, CEO de BTR Consulting y uno de los ejecutivos de ciberseguridad más reconocidos de América Latina. “Eso se vio por primera vez en la historia en esa operación. Las estrategias son iguales que en la Segunda Guerra Mundial, pero hoy la preparación es digital”.
Por Infobae
La guerra ha cambiado de escenario. Ya no se libra solo en trincheras o espacios aéreos, sino en servidores, cables submarinos y satélites de comunicación. Y en esta batalla silenciosa, los estados autoritarios llevan ventaja sobre las democracias occidentales.
La brecha entre China y Occidente

La diferencia se mide en horas. China exige que cualquier incidente en infraestructura crítica —telecomunicaciones, combustible, agua, electricidad— se reporte en una hora. Estados Unidos y Europa permiten entre 72 y 96 horas.
“Eso te habla de la relevancia que tiene a nivel estratégico”, señala Zurdo durante una conversación en Buenos Aires. “Algunas organizaciones calculan por lo menos diez años de ventaja de China con inteligencia artificial”.
China opera bajo lo que Zurdo llama “un modelo de capitalismo dictatorial, donde la tecnología está siendo utilizada como un ente rector de vigilancia y monitoreo”. Esta centralización permite respuestas rápidas y coordinadas que las democracias, con sus múltiples niveles de supervisión y protecciones de privacidad, difícilmente pueden igualar.

El ejemplo más ilustrativo es la operación Volt Typhoon, una campaña de ciberespionaje atribuida a China que penetró profundamente en redes de telecomunicaciones occidentales. “El 85% de los sistemas críticos estadounidenses operan con recursos técnicos y humanos claramente insuficientes”, advierte Zurdo. “Actores estatales ya están metidos hasta el fondo en redes de telecomunicaciones occidentales”.
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