
Diez barcos de guerra en total, entre ellos, tres destructores, un buque de asalto anfibio, un crucero lanzamisiles y un submarino de propulsión nuclear, además de unas 10.000 tropas. El despliegue de la Armada ordenado desde agosto por Donald Trump en el área de influencia del Comando Sur de la Marina estadounidense cuenta con pocos precedentes en el Caribe y un enemigo también insólito: los cárteles de la droga venezolanos.
Por El País
El presidente comunicó hace un par de semanas al Congreso, sin opción a debatir, su decisión de que el país ha entrado en guerra contra ellos. De momento, el parte de bajas es más modesto de lo que semejante demostración de poderío, nada menos que la movilización del 14% de la fuerza naval que tiene Estados Unidos desplegada por el mundo, podría hacer pensar: cuatro lanchas supuestamente enviadas por cárteles de la droga a las que Washington acusa de traficar con estupefacientes en otras tantas operaciones extrajudiciales sobre las que las autoridades no han ofrecido más pruebas que los videos de los momentos en los que estas saltan por los aires. En ellas, el Ejército ha matado al menos a 21 personas, cuatro de las cuales Bogotá reclama como ciudadanos colombianos.
La ofensiva de Trump en el Caribe ha disparado la tensión en la zona, y también las sospechas de que se trata de algo más que un intento de resucitar la guerra contra las drogas que definió en otro tiempo la política de Washington en su patio trasero. “Esto no va de acabar con el narcotráfico, si no de provocar un cambio de régimen ?un régimen profundamente corrupto y criminal?, y de que la jugada le salga barata a Washington”, explicó este viernes en una conversación telefónica Christopher Sabatini, investigador sénior para Latinoamérica de Chatham House.
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