La última gran fuerza guerrillera de Colombia se ha convertido en una organización criminal armada binacional profundamente arraigada en territorio venezolano —con apoyo del régimen de Nicolás Maduro—, según una investigación publicada que sostiene que los diálogos de paz suspendidos con la insurgencia tenían pocas probabilidades de éxito.
Por: El Nuevo Herald
El informe, *La paz nunca tuvo una oportunidad: el ELN de Colombia en Venezuela*, publicado por InSight Crime, un centro de investigación sin fines de lucro que ofrece análisis profundos sobre el crimen organizado y la seguridad, afirma que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha ampliado sus finanzas, su control territorial y su influencia política a lo largo de la frontera entre Colombia y Venezuela, construyendo lo que los investigadores describen como “un Estado paralelo” dentro de Venezuela.
Sus conclusiones sugieren que el ELN no es un movimiento rebelde colombiano interesado en negociar el fin de su lucha armada, sino un actor transnacional con poderosos incentivos para preservar el statu quo.
Seis décadas después de su fundación, el ELN ha entrado en lo que los investigadores describen como su fase más fuerte y expansiva. Con ingresos provenientes de la cocaína, el oro, la extorsión y el comercio transfronterizo —y con un aumento del reclutamiento en Venezuela—, el grupo podría dominar pronto grandes extensiones de los 2,219 kilómetros de frontera.
El proceso de paz impulsado por el presidente colombiano Gustavo Petro estaba condenado, argumentan los autores, no porque las conversaciones se rompieran, sino porque la guerrilla entró a negociar desde una posición de fuerza histórica.
“¿Qué grupo rebelde ha firmado alguna vez un acuerdo político mientras se encuentra en expansión y la opción militar le permite seguir creciendo?”, pregunta el informe. “Petro se sentó con un ELN más fuerte que nunca en su historia —y con una enorme ventaja estratégica: Venezuela y el apoyo del régimen de Maduro”.
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