En este momento flagelante que vive Venezuela, muchas han sido las críticas publicitadas en prensa y redes sociales por los desmanes en el manejo de la política, la que, sin atención a las consecuencias que tendremos a futuro, pareciera que estuvieran forjando una prosaica realidad de un futuro impensado, que a nuestro entender, dejaría un trazo indeseado en nuestra historia patria. No obstante, son muchos los venezolanos que intentan dar luces para evitar que se pierdan, no solo la fe sino también la esperanza que se ha mantenido por más de dos décadas, En nuestro pensar, hemos creído, como lo hemos venido diciendo, una necesaria educación para la paz, que como hemos visto hoy, se le ha agregado como necesaria la lucha por la libertad; y así lo vemos en foros y conversatorios, que en este mismo pensar libremente explayan este criterio como deseo. Sin dudas, pareciera que la sindéresis volviera al opositor venezolano, lo que indiscutiblemente es el factor necesario para lograr un criterio que vislumbre la libertad y la paz; es nuestro pensar crítico y seguiremos insistiendo en la necesaria educación para la paz que solo se visualiza en libertad.
En nuestro trabajo editorial encontramos un tema que obviamente sale a luz en este devenir, cuando lamentablemente vivimos un atentado a la precaria paz existente en nuestro país y en Latinoamérica; es el tema del poder, ese que entendemos como factores naturales sujetos o no a la alteración o al control humano; poder que pareciera estar en una etapa suprema de insaciabilidad, y que conlleva a mantener al mundo en ascuas, de temor y de terror. Ese mundo en guerra, al que nos venimos refiriendo desde hace tiempo, pero por fortuna, la polemología, cuando estudia la guerra, también incluye como factores de poder al sistema educativo, las facilidades de investigación, la cantidad y nivel de los investigadores, los científicos y los técnicos, el número, especialización y capacitación de la mano de obra; la magnitud, el desarrollo, la capacitación, el equipamiento y moral de las fuerzas armadas; el nivel de desarrollo de los sistemas: político, económico social; el afianzamiento del sistema político y la moral del pueblo. Factores que deben ser considerados en forma conjunta, ya que se ha demostrado que todos los factores del poder son relativos con el tiempo y con respecto a la fuerza de los antagónicos, y requieren una valoración de las capacidades nacionales para tomar en cuenta la naturaleza comparativa de los elementos, que de no hacerse, puede ser peligrosa para la seguridad del Estado.
En todo caso, todo depende de la capacidad de los órganos decisorios y de dirección del Estado, quienes tienen a su cargo, el manejo del poder de decisión, para enfrentar los elementos que se impongan a la seguridad del propio Estado, en cuya acción juega papel importante la educación. Por fortuna, la crisis ha hecho converger la mayor parte de estos criterios atendiendo al nacionalismo y los deseos de paz, que es lo que nos ha conducido a la sindéresis que hemos mencionado. No podemos olvidar la teoría cuando hablamos de poder, paz y libertad; máxime cuando recordamos al teórico del poder Thomas Merton, quien nos dice que: “el poder no tiene nada que ver con la paz. Cuando más aumenta el poder militar, más viola la paz y la destruye”; es lo que vemos con la flota de EEUU en nuestro mar Caribe, sin embargo, tenemos que irnos a nuestro deseo de paz y libertad cuando miramos los acontecimientos en el mundo, donde se ha perdido el equilibrio, la capacidad de razonar y muchas potencias buscan la guerra que es una tragedia para todos.
Sin dudas, es urgente desarmar la razón armada que pareciera crecer en forma desmesurada, y esta razón hay que enfrentarla con otra razón mayor como lo es el deseo de paz libertad.