La confesión de Joaquín «El Chapo» Guzmán durante su juicio en la Corte Federal de Brooklyn, Nueva York, ha revelado las conexiones entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel de los Soles, la organización criminal encabezada por Nicolás Maduro.
Esta revelación no solo sacude los cimientos de la narrativa oficial del chavismo, sino que también elimina cualquier duda sobre la participación de Maduro en actividades delictivas que han sumido a Venezuela en una crisis moral y humanitaria sin precedentes.
El juicio de «El Chapo», uno de los narcotraficantes más infames de la historia, no fue solo un espectáculo judicial, sino una exposición de verdades incómodas.
Durante las audiencias, Guzmán reveló los lazos que su organización, el Cártel de Sinaloa, había establecido con el Cártel de los Soles, una red criminal venezolana liderada por Nicolás Maduro y altos funcionarios de su régimen.
Según testimonios presentados en el juicio, esta alianza se forjó para establecer rutas aéreas clandestinas que facilitaban el tráfico de cocaína desde Venezuela hacia México y, finalmente, hacia Estados Unidos.
Estas declaraciones, respaldadas por audios y testigos, dejaron claro que el territorio venezolano no es solo un punto de paso, sino un eje estratégico para el narcotráfico internacional.
La confesión de Guzmán no es un rumor ni una acusación aislada. Es un testimonio directo que conecta al régimen de Maduro con el crimen organizado transnacional.
En una de las grabaciones presentadas, «El Chapo» instruía a un operador dominicano para localizar pistas clandestinas en la República Dominicana que conectaran con los envíos desde Venezuela.
Estas palabras no solo confirman la existencia de una red sofisticada, sino que también señalan la complicidad de un régimen que, lejos de combatir el narcotráfico, lo ha facilitado y protegido.
El Cártel de los Soles, nombrado por las insignias que portan los generales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, no es una invención de la oposición venezolana ni una fantasía de Washington, como intenta hacer creer el régimen.
Es una estructura criminal que opera con la anuencia de las instituciones estatales venezolanas, utilizando puertos, aeropuertos y fronteras controladas por la dictadura para traficar drogas, minerales y personas.
Según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que incluyó a esta organización en su lista de entidades terroristas, el Cártel de los Soles está liderado por Nicolás Maduro y otros altos cargos del régimen, quienes brindan apoyo logístico y financiero no solo al Cártel de Sinaloa, sino también al Tren de Aragua, la banda que ha extendido su terror por América Latina.
La confesión de «El Chapo» Guzmán y las acusaciones de su hijo no son meros titulares; son un grito de justicia que no puede ser ignorado.
La comunidad internacional, liderada por Estados Unidos, ha respondido con sanciones que buscan desmantelar las redes financieras del Cártel de los Soles, congelando activos y prohibiendo transacciones con los implicados.
Sin embargo, estas medidas, aunque necesarias, no son suficientes.
La magnitud de la corrupción en Venezuela exige una respuesta global que combine presión diplomática, cooperación en inteligencia y un compromiso firme para llevar a los responsables ante la justicia.
El pueblo venezolano merece saber la verdad. Merece un gobierno que no se alíe con narcotraficantes, que no convierta sus fronteras en corredores de cocaína, ni que sacrifique su futuro por la codicia de unos pocos.
La confesión de «El Chapo» no solo desenmascara a Nicolás Maduro, sino que pone al descubierto un sistema que ha traicionado a toda una nación.
La verdad ha salido a la luz. No hay vuelta atrás. Por la justicia, por la verdad, por Venezuela: que los responsables paguen por sus crímenes.