
Cuando el árbitro salvadoreño Iván Arcides Barton Cisneros levantó los brazos al minuto 55 del segundo tiempo del partido de este martes entre Curazao y Jamaica en Kingston por las eliminatorias de Concacaf al Mundial de 2026, sabía que estaba ante un momento para la historia.
Por: BBC
En ese momento una docena de hombres vestidos de azul se desplomaron sobre la grama del Independence Park abrumados por la emoción de haber conseguido un milagro: por primera vez Curazao se clasificaba a un Mundial de Fútbol.
Al de Estados Unidos, Canadá y México del próximo año.
Además lo lograban marcando un hito: esta nación, que pertenece al reino de Países Bajos, es la más pequeña (en población y territorio) en disputar uno de los principales eventos deportivos del mundo.
Ubicada a unos 50 kilómetros de la costa venezolana en el mar Caribe, tiene apenas 155.000 habitantes y su extensión no supera los 444 kilómetros cuadrados.
Antes de la hazaña de la llamada «Familia azul», Islandia, en Rusia 2018, había sido el país más pequeño en clasificarse a un mundial.
Un hito que era impensado hace más de 10 años, cuando la isla ocupaba el puesto 150 en el ranking de la FIFA.
Pero esta vez fue diferente. Impulsados por el hecho de que tres selecciones de su confederación (Concacaf) -y las más poderosas- ya estaban clasificadas por ser sedes y el aumento de cupos mundialistas, buscaron, mediante varias estrategias, alzarse con una plaza que finalmente consiguieron este martes con un empate 0-0 frente a Jamaica.
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