Neptalí Toribio (nagflar) es un programador de Software venezolano que ha sabido sellar su nombre y experiencia en una compañía portuguesa especializada en la selección de personal, el acompañamiento profesional y la formación de talentos en el ámbito de las tecnologías de la información y el emprendimiento, en Oporto.
Nació en Venezuela, de padres peruanos que, en la época de los 70, decidieron hacer de Venezuela el hogar ideal donde criar a sus futuros hijos, y en #SoyVenezolano (@nandasalas) nos cuenta cómo la tecnología ha guiado sus pasos hacia el éxito profesional lejos de casa.
En 2018, la situación económica que tenía que ver con la devaluación de la moneda nacional y la dificultad para conseguir algunos productos esenciales, pese a trabajar como programador para la importante cadena de supermercados Gama, decidió abandonar su país natal y buscar refugio en la tierra de sus padres.
«Aunque tenía un sueldo de 60 dólares, que no era un mal sueldo para entonces, el dinero no era suficiente: tenía que ayudar en la casa, para mis gastos e independizarme y yo quería algo más», recordó Neptalí.
Así que decidió migrar a Perú por las facilidades migratorias: «me fui en diciembre de 2019 y estuve hasta enero 2023. Sí fue más sencillo, aunque fue un poco complicado conseguir un empleo con buen sueldo, porque la cultura de trabajo que ellos tienen es muy fuerte y hay mucha competencia».
Desafíos por superar
Durante la pandemia de la Covid19, se aventuró a mostrarse en compañías europeas y aunque mantuvo reuniones con algunas de España y Portugal, entendió que la competencia era con quienes ya vivían en esos países, por lo que, en 2022 decidió hacer nuevamente sus maletas y trazar un nuevo destino.
Duolingo, la aplicación móvil de traducción, fue su mejor aliado mientras tomaba la decisión de emprender su nueva aventura en Portugal. Lo que también, significó hacer una visita fugaz a Venezuela para hacerle saber a sus padres la decisión de dejar Perú y alejarse unos cuantos kilómetros más de su país natal y de su familia.
Las primeras semanas en Oporto, Portugal, el principal desafío fue el horario. Sin embargo, la dicha laboral le llegó pronto, ya que aterrizó en tierra lusitana el 5 de diciembre de 2022 y para el 9 de enero de 2023, ya estaba trabajando como programador para una empresa consultora.
«Me trataron super bien, fui a vivir a un pequeño pueblo. Me pareció un sitio ideal porque en las ciudades turísticas puedes conversar en inglés o incluso en español y el portugués va a tratar de entenderte y ayudarte. En esa empresa solo había dos personas que hablaban español y cuando no estaban me tocaba hablar lento para hacerme entender», señaló Neptalí.
La buenaventura de haber elegido bien
Actualmente, Neptalí labora en otra empresa, también como programador y que le brinda mejores y más beneficios. Ya domina el portugués, como cuarta lengua.
«Estoy contento con la decisión que tomé, aquí me han hecho sentir como uno más. Estoy pensando en sentar mis bases acá», señaló.
Otro de los desafíos a los que se enfrentó como migrantes es la cultura, porque «el venezolano es muy abierto y en otros países no están acostumbrados. En Perú las amistades que eran venezolanas, los peruanos son bastante cerrados en sus círculos de amigos. Aquí en Portugal han sido más abiertos en recibir a las personas que quieren trabajar. He tenido la suerte de encontrarme gente maravillosa acá».
Entre las cosas que más extraña de Venezuela, es el poder estar con su familia, sus amigos, la comida y el clima «el poder ir a la playa cada vez que quiera. Lamentablemente, la Venezuela que uno extraña ya no está más, va a tomar tiempo que vuelva a ser próspera y tampoco será el país que dejaste».
Sin embargo, en la decisión de migrar ve como una buenaventura «el conocer otros países, otras personas, otras realidades y otras metodologías de trabajo, te abren la mente y te hacen saber que puedes vivir cosas nuevas que lo van a sanar del todo el sentimiento que uno tiene de haber dejado su casa, pero es un buen pañito de agua caliente y muy reconfortante», finalizó.
Edición @rebecafloresl