Dirección General The New York Times Nueva York, EE.UU.
Estimados señores:
Nos dirijimos a ustedes motivado por un profundo desencanto, decepción y justificada molestia luego de leer la publicación del reportaje titulado «Venezuela, Estados Unidos y el espectro del cambio de régimen» fechado el 29 de septiembre de 2025. Como público nacional, observo con preocupación la inobservancia de las normas éticas y profesionales que deben regir el periodismo serio y equilibrado, especialmente en un medio con el prestigio del New York Times. El periodista responsable de la nota del NYT sobre Venezuela es Julie Turkewitz, jefe del buró de periodistas del diario para el Área Andina, con sede en Bogotá, quien estuvo una semana en Venezuela para realizar este trabajo.
El enfoque del reportaje refleja un marcado sesgo en el contenido. Presenta una visión unilateral, en extremo superficial, que excluyó aquellas otras opiniones, muy distintas a las consultadas, que realmente representan a los demócratas y sectores plurales de nuestra sociedad. Esta omisión no solo limita el pluralismo informativo de un medio como el NYT, sino que contribuye a la manipulación y la desinformación de la opinión pública, una epidemia que asola a las democracias del continente. Venezuela es actualmente un absoluto desierto informativo, y es muy poco lo que un trabajo como el difundido por ustedes, obra en favor de la democracia, la libertad de los habitantes de este país, así como del mundo libre.
Les refresco la memoria con algunas precisiones que se debieron considerar:
-
Infinidad de acusaciones contra el régimen de Nicolás Maduro que lo posicionan como un enemigo de la democracia continental que se resume y enumera de la siguiente forma:
-
Violaciones sistemáticas y graves de derechos humanos, incluyendo detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, torturas y malos tratos, especialmente contra opositores, defensores de derechos humanos y ciudadanos extranjeros. Estas acciones se documentan en reportes de la ONU y la Misión Independiente de Determinación de los Hechos sobre Venezuela.
-
Persecución política intensificada, con detenciones selectivas sin base legal, fabricación de expedientes penales, uso de individuos enmascarados para arrestos y someter a los detenidos a tratos crueles, inhumanos y degradantes. También se reportan ejecuciones extrajudiciales y muertes bajo custodia sin atención médica adecuada.
-
Uso de la justicia bajo control del Ejecutivo para impedir investigaciones y castigar a opositores, dejando la esperanza de justicia solo a instancias internacionales debido a la impunidad y connivencia judicial.
-
Represión de la participación política mediante una estrategia coordinada de terrorismo de Estado para impedir elecciones libres, justas y competitivas, obstaculizar a la oposición e infundir terror en la población, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
-
Restricciones severas a la sociedad civil, incluyendo leyes que obstaculizan el funcionamiento de ONGs, criminalización de protestas y de las minorías, así como discriminación y violencia contra mujeres, grupos marginados y personas LGBTIQ+.
-
Acusaciones de delitos de lesa humanidad, entre ellos persecución política y torturas sistemáticas, con evidencia documentada por misiones especiales de la ONU y relatores internacionales.
-
Vínculos del gobierno con redes de narcotráfico y terrorismo, que contribuyen a su imagen de régimen opresor y peligroso para la estabilidad democrática regional, señalados en informes de agencias internacionales de seguridad y derechos humanos.
Más grave aún, lo plasmado en esta cobertura parece un trabajo intencionado de relaciones públicas y un astuto lobby, cuya finalidad es lavar la cara a un régimen opresivo, violador sistemático de derechos ciudadanos, acusado de crímenes de lesa humanidad, y señalado como un activo agente del narcotráfico y el terrorismo internacional. Esta operación mediática, distorsiona la realidad y pone en entredicho la reputación de objetividad que debería caracterizar a su diario.
Entre los voceros del oficialismo venezolano consultados para este trabajo, se menciona específicamente al vicepresidente del país Delcy Rodríguez, así como anónimos voceros de gremios empresariales previamente cooptados por el régimen, quienes expresaron sus criticas opiniones hacia la presión estadounidense en procura de defender la posición del gobierno de Nicolás Maduro. También se menciona a Henrique Capriles, líder opositor muy particular, centrado en la voz del oficialismo. Están esos nombres referidos, que les indico, no representan el criterio de cerca del 80% de nuestra población. Son otras voces, distintas a esas, la que pueden suministrar una versión creíble y propicia a ser divulgada en un diario como el vuestro.
La más elemental norma profesional en este oficio, al tratarse de un esfuerzo serio para determinar efectivamente la verdadera condición de un evento noticioso en este mí país, un suceso afecta a sus ciudadanos, así como a todas sus ausentes libertades, “además de estas visiones de lo políticamente correcto”, debió consultar otras versiones. Criterios posiblemente más calificados para determinar lo que en verdad, ocurre entre nosotros. Me refiero a centros de investigación de las universidades, Gremios profesionales, Grupo de opinión, ONGs, así como grupos defensores de DDHH y la libertad de expresión e información. Estimo que son opiniones que bien pueden complementar esa visión parcial, sesgada y relativizada de los voceros que es escogieron para este incompleto relato que ustedes han publicado con tan poco rigor profesional.
Les ayudo a refrescar su percepción como medio, para equilibrar las cargas en su desafortunado esfuerzo editorial:
-
Presenta un enfoque sesgado, con énfasis en la narrativa del cambio de régimen de Estados Unidos, sin un balance suficiente que exponga también las posiciones opositoras que rechazan la intervención o las complejidades internas extraviadas en la cobertura.
-
Ignora que lo acontecido en Venezuela, no es más que la sumatoria de una significtiva sucesión de eventos, que han negado y extinguido las libertades civiles, el derecho a disentir, opinar y expresar libremente una idea distinta a las sostenidas por el régimen.
-
Usa términos y relatos que pueden alimentar la tensión polarizada sin dar contextualización adecuada ni evidencias a algunas afirmaciones.
-
Genera impacto mediático alrededor de la presión estadounidense, lo que puede funcionar como una narrativa alineada a intereses geoestratégicos, más que un análisis neutral y desapasionado.
-
Omite o minimiza voces críticas al intervencionismo norteamericano dentro de la propia Venezuela y las consecuencias humanitarias que una acción militar traería, por eje
-
mplo, la comparación hecha por un empresario local que alertó que eliminar a Maduro podría convertir a Venezuela en Haití
Así, pese a ser un medio prestigioso, el reportaje refleja ciertas inobservancias básicas de equilibrio, pluralidad y verificación rigurosa que un medio ético próspero debe velar en contextos tan delicados como el venezolano. Estas omisiones pueden fomentar una narrativa parcializada que contribuye a la polarización en lugar de una comprensión integral y justa del conflicto. Por ello, exigimos con firmeza que el New York Times restaure su imagen como un medio de comunicación comprometido con la verdad y la justicia, y no como un producto de intereses particulares ni operaciones interesadas de lobby. La responsabilidad social y ética que les corresponde es insoslayable, y la audiencia nacional e internacional merece un tratamiento equilibrado, respetuoso y profundo de temas de tal complejidad y trascendencia.
Quedamos atentos a su respuesta y a futuros esfuerzos que demuestren un periodismo riguroso, plural y comprometido con la verdad.
Atentamente,
Alfredo Alvarez. Periodista Venezolano.
Milagros Agreda de Alvarez Abogado Laboralista.