Tragedia humanitaria, por @ArmandoMartini
15 Dec 2025, 10:27 5 minutos de lectura

Tragedia humanitaria, por @ArmandoMartini

Por La Patilla

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El caso venezolano es el desplome económico más severo documentado fuera de un contexto bélico. Una crisis multidimensional que ofrece lecciones sobre la fragilidad institucional, la dependencia de recursos naturales y las consecuencias devastadoras de políticas públicas insostenibles sobre las poblaciones más vulnerables.

La economía se contrajo más de lo imaginado; la hiperinflación superó los niveles de pánico; el poder adquisitivo se esfumó; presos políticos y el exilio se hicieron costumbre cotidiana. Sus raíces son estructurales, sobredependencia petrolera, expansión fiscal insostenible financiada por emisión monetaria indiscriminada, expropiaciones que destruyeron la capacidad productiva, detrimento institucional generalizado y políticas asfixiantes sin límite, arbitrarias y tiránicas.

La producción petrolera, motor histórico de la economía, cayó de 3,2 millones de barriles diarios en 1998 a niveles de insignificancia en años recientes, debido a la subinversión, corrupción y éxodo de talento. Estulticia deliberada que eliminó fuente de divisas, desencadenando una crisis en la balanza de pagos sin precedentes.

Las clases desprotegidas experimentan un retroceso civilizatorio. La inmensa mayoría de los hogares derribaron la línea de la pobreza, y la penuria extrema superó cualquier estimado. Para contextualizar, un país que en los años setenta tenía indicadores de desarrollo comparables a los de España hoy presenta cifras de privación similares a las de naciones en conflicto.

El salario mínimo, una burla, mientras la canasta alimentaria básica supera -por mucho- las posibilidades. La desnutrición masiva se hace presente, y los estudios documentan que más del 60% de los niños padecen algún grado de deficiencias clínicas. Las familias redujeron sus comidas diarias, y en muchos casos sin proteínas. Cáritas Venezuela, reportó un retroceso en indicadores nutricionales infantiles equiparables a los peores casos africanos.

El sistema de salud pública, se ha desintegrado. Los hospitales -son una vergüenza-, operan sin agua corriente, electricidad irregular, sin insumos básicos ni medicamentos. La mortalidad materna infantil se ha disparado. Las enfermedades erradicadas como difteria, sarampión y malaria regresan con fuerza. Pacientes con enfermedades crónicas (diabetes, hipertensión, cáncer, VIH) enfrentan la muerte por falta de atención y tratamiento. Quienes no tengan la suerte de tener acceso a clínicas privadas dolarizadas, quedan desprotegidos, a la buena de Dios.

Maestros con estipendios miserables abandonan las aulas. Las escuelas sin servicios básicos, mobiliario ni materiales didácticos apenas funcionan. La deserción escolar se multiplicó mientras niños trabajan informalmente para contribuir a la supervivencia familiar. Una generación que enfrenta un déficit educativo irreversible.

Venezuela experimenta dolarización de facto sin marco legal adecuado. Mientras sueldos formales se pagan en bolívares sin valor, los precios operan en dólares. Estableciendo una economía dual perversa; pero para quienes acceden a remesas, trabajo freelance internacional o negocios dolarizados sobreviven con dificultad; y los que dependen de salarios formales en bolívares están condenados a la indigencia. Esta bifurcación amplifica desigualdades, estableciendo un apartheid económico de exclusión.

El 25 % de la población, huyó despavorida de la ignominia oficial, lo que representa la mayor crisis migratoria en la historia hemisférica. Las remesas, ayudan con dificultad, pero a un alto costo, la pérdida de capital humano, médicos, ingenieros, maestros, trabajadores calificados, hipotecando el futuro productivo.

Sectores desprotegidos desarrollan mecanismos de subsistencia desesperados; la informalidad, economía del trueque, reventa de subsidios, búsqueda de alimentos en basureros, mendicidad, prostitución de supervivencia y criminalidad. La dignidad humana se erosiona cuando cada día es una lucha por víveres básicos.

Un colapso que ilustra peligros concretos. Maldición de los cuantiosos recursos naturales cuando no se gestionan institucionalmente y con decoro; costos de financiar el gasto público con emisión monetaria confusa e imprecisa; fragilidad de las economías sin diversificación productiva; destrucción institucional que impide correcciones; y sufrimiento excesivo de necesitados ante shocks macroeconómicos.

Venezuela representa una tragedia evitable. Los más frágiles pagan con hambre, enfermedad y muerte las consecuencias de las decisiones adversas. La reconstrucción requerirá décadas; restaurar la capacidad productiva, reconstruir las instituciones, recuperar el capital humano perdido y sanar el tejido social fracturado. Mientras tanto, una nación sobrevive al día, privada de los derechos económicos y humanos fundamentales en un país que debería ser próspero.

@ArmandoMartini

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