"Todo lo que teníamos quedó bajo el agua”: Texas lucha contra el tiempo para encontrar supervivientes
06 Jul 2025, 23:55 3 minutos de lectura

"Todo lo que teníamos quedó bajo el agua”: Texas lucha contra el tiempo para encontrar supervivientes

Internacionales
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En la ciudad de Kerrville ya no llueve con violencia. El cielo todavía se ve plomizo. Sale el sol a ratos. La vida vuelve lentamente a la normalidad. Carros en las calles, negocios abiertos. De vez en cuando pasan helicópteros. En el parque Louise Hays, sin embargo, las brigadas de rescate no han parado de buscar personas, vivas o muertas, entre los árboles abatidos. Las autoridades locales han informado de al menos 70 fallecidos de momento, entre ellos 21 menores, de la ciudad y en el condado de Kerr. El río Guadalupe, que atraviesa el parque, se desbordó la madrugada del viernes, dejando a su paso un rastro de destrucción sin precedentes en esta zona del centro-sur de Texas, a unos 100 kilómetros de San Antonio. Los vecinos recuerdan que hace dos noches creció tanto que casi llegó a cubrir el puente.

Por El País

El acceso principal a esta zona verde está en la intersección de las calles de Cully y Thompson de la ciudad, de unos 25.000 habitantes. Pese a la advertencia de las cintas policiales, la gente ha continuado pasando. “Esto era un parque donde jugaban niños. Es muy duro saber que ya no están, pensar en sus padres”, afirma una mujer de unos 50 años que observa desde el puente en referencia a los menores fallecidos y a las víctimas de Camp Mystic, un campamento de verano para niñas en el que se alojaban en el momento de la catástrofe 750 menores. “Yo trabajo cerca de acá. Mi casa no fue afectada, pero solo puedo pensar en esos niños que van a encontrar muertos”, comenta la mujer, al borde del llanto.

Debajo del puente, los rescatistas escarban viendo qué queda entre el fango y los escombros. Perros, drones, botes, motosierras, un columpio roto, árboles caídos, un coche todoterreno que se volcó en el agua, una grúa, barandillas, ropa, un sofá, una nevera. Un camión intenta remolcar un coche hundido que varios operarios han atado con una cuerda. Casi lo saca, pero falla dos veces.

“Aquí habían montado una carpa para celebrar el 4 de julio [fiesta nacional de EE UU], pero el desastre comenzó en la madrugada y arrasó con todo”, recuerda Kim, una mujer rubia de ojos verdes que fuma sin parar, nerviosa. “Eran como las dos de la madrugada, fue todo muy rápido”. Ella reparte comida a domicilio y la tormenta la sorprendió conduciendo. Cuenta que vive a unos 13 kilómetros del río. Su familia y su casa están a salvo. “Fui afortunada. Pero conozco gente que fue afectada y gente que está muerta. No eran mis amigos, pero sí eran conocidos de personas que amo”.

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