
Hoy, se cumplen 27 años de aquel 6 de diciembre de 1998, cuando los venezolanos decidieron que Henrique Salas Römer, el Dr. Salas, economista egresado de Yale, primer gobernador electo por nombre y apellido en Carabobo por dos períodos y una referencia nacional de eficiencia —todos, cuando pasábamos el túnel de La Cabrera al entrar a Carabobo, sentíamos que estábamos llegando a un territorio donde había una gestión distinta al resto del país—, no era suficiente. Pero bueno, empezaron a buscarle defectos: que el señor era catire, que era oligarca y lo más grave, que no era carismático ni de recitaba Florentino y el Diablo.
Razones de peso para que la mayoría votara por el candidato que prometía un cambio, que tenía en su currículum haber dado un golpe de Estado con muertos, violar la Constitución, un gran resentido con ambición de poder y de pasapalo, admirador de Fidel Castro. Un tipo sin ninguna credencial de gestión pública previa…Cualquier oficina de recursos humanos habría desechado semejante currículum. Pero el sabio pueblo, representado por 3,6 millones de venezolanos, votó por Chávez… Todavía hoy estamos pagando las consecuencias de semejante irresponsabilidad.
Años después escuchamos culpar a distintos sectores, que si la cuarta, la oposición, pero, aquí entre nos, ¿ustedes no creen que hay un poquito de responsabilidad en la sociedad venezolana que votó por ese currículum? Teníamos por un lado al Dr Salas, graduado en Yale y con dos períodos exitosos como gobernador, pero decidieron votar por el carismático vengador. Señores: se estaba votando para dirigir un país, y no cualquier país; era nuestro país.
En derecho penal existe el término homicidio “culposo”, cuando no tenías la intención de hacer ese daño, pero la consecuencia es mortal, aunque no hay intención (dolo), pero sí culpa y por lo tanto responsabilidad. Pues los venezolanos, en su mayoría ese día, cometieron homicidio culposo de la democracia.
Lo malo es que la pena la pagamos todos.
Lo bueno: estamos en las postrimerías de esta tragedia. Maduro se irá, y ya elegimos presidente, pero, de pana, cuando tengamos que elegir alcaldes, gobernadores, diputados, etc., es responsabilidad de los ciudadanos evaluar a los candidatos, porque si no lo hacemos, ganan estos tipos de nuevo y ahí sí que no los saca nadie. El mejor candidato no es el que cae bien o el más simpático.
Voten por las credenciales, el currículum, la formación, etc.
Y, si lo hace mal, se tiene que ir, y si lo hace bien, también. La reelección tiene más defectos que virtudes.
Cuando vuelvan a votar, hagan la tarea, revisen a los candidatos.
Se llama “elecciones” porque se elige, se decide, y es tarea nuestra revisar las ofertas electorales, que seguro vendrán muchísimas. Quizás sea fastidioso, pero más fastidioso es que vuelva un hijo de Maduro en 20 años.
Roberto Marrero
Político venezolano en el exilio