
El sueño larense de forjar un futuro en el exterior, terminó en una pesadilla de violencia y posteriormente, se convirtió en un caso de feminicidio. Crisberly Yoelin Rea López, de tan solo 28 años, originaria de Barquisimeto, fue víctima de un atroz femicidio en Chicago, Estados Unidos, a manos de su pareja, el valenciano Joel Luis Quintero, con quien convivía desde hacía cuatro años.
La madrugada del lunes 8 de diciembre, el barrio de East Side en Chicago se convirtió en el escenario de un crimen que ha conmocionado a la comunidad venezolana. En la residencia que compartían en South Avenue, Quintero agredió a Crisberly de forma salvaje para luego desenfundar un arma, disparándole en varias ocasiones. Lo más desgarrador: el crimen fue presenciado por la hija menor de la joven barquisimetana.
Sueño roto: Una madre que quería regresar a Barquisimeto
En una entrevista exclusiva con Noticias Barquisimeto, Hillary Rea, prima hermana de la víctima, compartió el dolor y los sueños inconclusos de Crisberly, una madre devota.
«Mi prima tenía tan solo 28 años y era madre de cuatro maravillosos niños: una niña de 12, una de 10, y otros dos pequeños de 8 y 2 años,» relata Hillary. «El sueño más grande de Cris, el motivo por el que viajó a Estados Unidos, era poder regresar a Venezuela y brindarles a sus hijos una casa digna. Trabajaba muy duro con la única meta de estar nuevamente con su padre y con su familia, en nuestra amada Barquisimeto. Nos habíamos propuesto la meta de volver juntas».
Crisberly, quien era una luz para su familia, se encontraba atrapada en una relación tóxica y posesiva.
Cuatro años de terror
La relación con el asesino, Joel Luis Quintero, un hombre oriundo de Valencia, estado Carabobo, era un infierno silenciado.
«Lamentablemente, mi hermana llevaba alrededor de cuatro años con su asesino. La relación entre ellos era súper tóxica. Él era un hombre extremadamente posesivo. No la dejaba tener amigos, ni redes sociales. Si ella se arreglaba y se tomaba una foto, se convertía en un grave problema. Era un loco maniático que la limitaba en muchísimos aspectos, incluso llegando a restringir su comunicación con nosotras, su propia familia».

Hillary describe la relación como un «círculo vicioso» de abuso y manipulación. «Ella lo dejaba, pero él, con la manipulación típica de un narcisista, la volvía a envolver, y ella, tristemente, muchas veces caía».
La situación escaló en septiembre, cuando Crisberly tomó la decisión final: «Mi hermana dijo ‘ya no más’. Lo dejó y lo corrió de la casa». Sin embargo, la obsesión de Quintero no cesó. «La perseguía, iba y se le metía en la casa, la acosaba». La violencia se hizo más explícita cuando, recientemente, el sujeto le secuestró a su hijo menor (hijo de ambos), obligando a Crisberly a recurrir a la policía para recuperarlo.
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