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Consabido, la Universidad Simón Bolívar fue intervenida y, en lugar de convocar las elecciones rectorales en el plazo perentorio de los 180 días que establece la normativa vigente, el equipo rectoral interventor lleva algo más de cuatro años en funciones. Una gestión que ha profundizado la crisis de la casa de estudios, despojando de la Casa del Profesor a quienes precariamente acuden a dictar clases, y está pendiente de hacerlo con el Instituto de Previsión Social del Profesorado (IPP), entre otros atropellos oportunamente denunciados por las víctimas.
Consecutivos los señalamientos, peticiones y diligencias para que el equipo en cuestión rectifique, indignando a toda la comunidad universitaria y a sus gremios, esta semana ocurrió un hecho que sintetiza el drama: el vicerrector académico respondió con un portazo en la cara del presidente de la Asociación de Profesores (https://x.com/APUSB/status/1998752540993740847), por cierto, quien ha sido real y efectivamente elegido por el gremio, cuyas gestiones han sido evidentemente pacíficas y apegadas a las leyes y reglamentos que rigen la vida universitaria y, particularmente, la de la Universidad Simón Bolívar. Acotemos, incluida las apelaciones ejercidas por los profesores que, acertadas, han desconocido descarada e impunemente las autoridades universitarias que ni siquiera guardan las apariencias.
Con suficiente antelación al día cinco de los corrientes, sin la Casa del Profesor que fue el tradicional y propicio espacio para su tradicional acto decembrino, la APUSB solicitó el complejo de auditorios que ese día, casualmente, se ocupó con una sesión de algo que denominan la constituyente universitaria con participación de otras entidades de educación superior. Revelador, careciendo el estudiantado de la casa medios semejantes de transportación, el lugar se llenó de los grandes y vistosos autobuses que llevó y devolvió a militancia oficialista que no ocultó tampoco las siglas del principal partido de gobierno en su vestimenta.
Luego, es fácil de colegir que la conducta asumida y desplegada por las autoridades con sede en Sartenejas, es consecuente con ese proceso constituyente que nos coloca en el curso de una feudalización de la educación superior en Venezuela. Proceso que también implica a aquellos actores que se presumen ajenos, como la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (FAPUV), apenas balbuceada una pequeña declaración mucho tiempo atrás: la directiva no sólo guarda un denso silencio frente a todo lo acaecido y lo que acaece en las sedes de Sartenejas y del litoral central, añadido el portazo propinado al profesor Omar Pérez Avendaño, presidente de la APUSB, sino que ostenta más de veinte largos años sin que sepa de la debida, reglamentaria y confiable renovación de su representación y liderazgo, por lo que es válido peguntarse: ¿existe la FAPUV y su vocería tan legítima como legitimada nacionalmente?
La inacción de la FAPUV que cuenta con suficientes recursos propios para hacerse sentir y movilizarse, deja mal parada a la sociedad civil organizada de la cual es expresión. No tiene en su haber el más modesto testimonio de una necesaria y personal solidaridad con el gremio de la Bolívar, aunque su agenda principal debe ocupase de las urgencias de sus asociaciones afiliadas, al menos.
Los gremios de la Simón Bolívar, siguen firmes aunque sorprendidos de las tantas y consecutivas torpezas del equipo rectoral con sede en Sartenejas que también – suponemos – llamará la atención de las instancias superiores del Estado en la materia. Por lo visto, la FAPUV es parte de la constituyente en cuestión.