Finalmente, el boicot a la vuelta ciclística de España se convirtió en el campeón de la justa: la presencia del equipo Israel Premier Tech, fue el mejor de los pretextos posibles para propagandizar hasta el hastío la causa palestina. Y el propio gobierno en Madrid que invirtió y promovió la competencia, respaldó la protesta que culminó con una veintena de policías heridos y dos manifestantes detenidos.
Hámas demuestra, así, un alcance sorprendente al propulsar decidida y globalmente el rechazo de lo que ocurre en Gaza que, por supuesto, solivianta los espíritus y nos llena aún más de rabia, porque nada se habla de las razones, de las causas, de los móviles del terrorismo con centenares de kilómetros de un mismo túnel del más vergonzoso y cobarde engaño a los gazatíes. No importa la verdad de lo que acontece en la Franja, porque lo fundamental es el respaldo a ciegas de la causa; no importa que el fundamentalismo islámico acarreé el más violento desconocimiento de los derechos humanos, sino hacer hasta de las más abnegadas feministas y locuaces voceros de la comunidad del LGTBQ+, toda una vanguardia emocional para la liquidación de Israel a cualquier precio.
¿Tratamos de protestas gratuitas, espontáneas e inocentes?, ¿quiénes las operan localmente?, ¿por qué más del 80% de los encuestados asegura que hay un genocidio en la Franja de acuerdo a los datos reseñados por el Instituto Real Elcano? Cebada una de las más vastas campañas de Gaza contra las vistosas jornadas en España, como antes en Italia y Francia, es de suponer muy altos los costos logísticos de movilización y protesta, aunque también bajos al considerar el elevadísimo impacto mediático en el planeta.
Siendo muchos los problemas domésticos españoles y, minimizada como un pique fanguero, hemos asistido a una extraordinaria y oportuna maniobra de distracción con la defensa de Palestina, por cierto, a espaldas de un sensato debate nacional en torno a sus verdades y mentiras. Y ha sido valiente Isabel Díaz Ayuso al tratar de impedir que ondeé la bandera palestina en 89 instituciones escolares para partidizarlas en la ciudad capital, alojando en las aulas los propósitos terroristas, y haciendo de ellas la caja de resonancia de una realidad que va más allá de las fantasías que agita una izquierda inaudita e irresponsable que no merecen los más de sesenta mil injustamente muertos en Gaza.
Hámas parece conquistar definitivamente la impunidad de todas sus intenciones y procederes al afanarse por ganar la guerra que declaró e inició, en la opinión pública internacional antes que en el mismísimo teatro de operaciones. Lo acaecido en España demuestra cuán lejos puede llegar la mentira, más allá de la triste anécdota.