
Mientras el presidente ucraniano Volodimir Zelensky se prepara para reunirse con su homólogo estadounidense Donald Trump en la Casa Blanca, la posibilidad de que Washington suministre misiles de crucero Tomahawk a Kiev ha generado un intenso debate sobre el potencial impacto de estas armas en el conflicto que ya supera los tres años. Y crece la preocupación de Rusia, cuyo líder Vladimir Putin ha mostrado interés en dialogar con la Casa Blanca antes de que lo haga el mandatario ucraniano.
Por Infobae
Matthew Savill, director de Ciencias Militares del Royal United Services Institute, advierte que aunque los misiles no serían un “arma milagrosa”, los rusos “tendrían sin duda algo de qué preocuparse” si estas armas llegaran realmente a manos ucranianas.
Un arma de alcance y precisión excepcionales
El Tomahawk es un misil de crucero de ataque terrestre desarrollado por Estados Unidos a lo largo de varias décadas. Normalmente se lanza desde barcos o submarinos, aunque existen variantes que pueden dispararse desde lanzadores terrestres. La propuesta implicaría proporcionar estos misiles junto con un lanzador para permitir que Ucrania ataque en profundidad territorio ruso y, potencialmente, alcance objetivos militares, energéticos u otros elementos críticos del complejo militar-industrial ruso.
Las ventajas que aporta un Tomahawk son considerables. Según explicó Savill a Reuters, las diferentes variantes pueden tener un alcance de entre 800 y 1.500 millas (1.200 y 2.400 kilómetros). Aunque no tienen una ojiva enorme, son potentes y pueden atacar objetivos blindados. Pero lo más importante es su precisión excepcional: cuentan con una variedad de sistemas de guía que les permiten alcanzar una parte específica de un objetivo con una precisión de uno o dos metros.
Estos parámetros contrastan significativamente con el arsenal actual de Ucrania. El misil de crucero Tomahawk puede alcanzar objetivos a una distancia de 1.600 kilómetros, superando ampliamente el alcance del ATACMS estadounidense, que llega hasta 305 kilómetros, o los Storm Shadow europeos, con un rango de 250 kilómetros.
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