
Dina Boluarte, la primera mujer en ocupar la presidencia de Perú, corrió la misma suerte que todos sus predecesores desde 2018 y fue destituida por el Congreso de su país, en un proceso exprés.
Por BBC Mundo
La remoción de la mandataria se produjo luego de que el parlamento unicameral, con 118 votos a favor, aprobara la vacancia por «permanente incapacidad moral» en la madrugada de este viernes.
La salida de Boluarte ha causado sorpresa, pues, a pesar de que su gestión enfrentaba un abrumador rechazo popular y fue marcada por múltiples escándalos, había logrado permanecer en el poder.
Desde su llegada a la Jefatura de Estado —tras el fallido autogolpe de Pedro Castillo en diciembre de 2022— Boluarte forjó una alianza con el fujimorismo y otras fuerzas políticas, lo que le permitió mantener el control del legislativo.
Sin embargo, esa unión se deshizo. ¿Por qué?
A continuación, te presentamos tres razones.
1. La plaga de la inseguridad
La gestión de Boluarte estuvo llena de errores. No obstante, el auge de la delincuencia y la violencia criminal fue lo que le dio el golpe final.
El ataque a tiros contra la banda de cumbia Agua Marina en un concierto en un club militar en Lima fue el detonante de la crisis que expulsó a Boluarte de la Casa de Pizarro, como también se conoce al palacio presidencial.
Los datos acreditan que Perú es cada vez más peligroso y violento. Solo en el primer semestre de 2025 se registraron 161 homicidios más que en todo 2024, que terminó con 2.546, según el Sistema de Información de Defunciones (Sinadef).
2. La sombra de la corrupción
El auge delictivo terminó de hundir en las encuestas a Boluarte.
Para septiembre pasado, solamente el 3% de los peruanos aprobaban la gestión de la ahora expresidenta, reveló la encuestadora Ipsos. Sin embargo, otros estudios le llegaron a otorgar 0% de popularidad entre los jóvenes de 18 a 24 años, una cifra inédita para ningún gobernante en tiempos modernos.
3. El autoritarismo y sus juntas
Pese a que en 2023 aseguró ser «una mujer de paz, dialogante, concertadora que cree en la democracia», el accionar de la mandataria en estos meses reveló algo distinto.
La dura represión que ordenó contra las protestas que siguieron a la destitución y posterior encarcelamiento del expresidente Castillo en diciembre de 2022 la alejaron de los sectores indígenas, campesinos y de la izquierda que la llevaron a ella y a Castillo al poder.
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