La cercana canonización conjunta del Beato José Gregorio Hernández Cisneros y la Beata Carmen Elena Rendiles Martínez el próximo 19 de octubre de 2025 en Roma, presidida por el papa León XIV, es mucho más que un evento religioso: es un acontecimiento de profunda significación social, cultural y espiritual para Venezuela. En estos momentos de profunda crisis general, la elevación a los altares de estas dos figuras ofrecen una luz de esperanza, unidad y un poderoso recordatorio de las virtudes que forjaron el espíritu venezolano.
Además, la canonización de José Gregorio Hernández no es solo un reconocimiento del Vaticano, sino la ratificación oficial de una santidad ya establecida en el corazón del pueblo venezolano.
Conocido como el “Médico de los Pobres” su vida de servicio desinteresado, su excelencia profesional como médico y su profunda piedad lo convirtieron en un símbolo de fe popular desde su muerte en 1919.
La devoción a José Gregorio trasciende lo religioso integrándose en la indiosincracia nacional. Es invocado en las oraciones y súplicas como un intercesor cercano, el hombre de ciencia y fe que encarna la nobleza de la medicina al servicio de los más pobres. Su santificación es el triunfo de la humildad, la caridad, la perseverancia, el amor por la Eucaristía y la convicción de la fe en Jesucristo.
En un país golpeado por la precariedad de los servicios de salud, los altos precios de los medicamentos, la figura de José Gregorio inspira a retomar los valores de la ética profesional de los médicos y la vocación de servicio al prójimo.
Y junto al venerable médico, la Madre Carmen Rendiles Martínez se convertirá en la primera santa venezolana.
Fundadora de la congregación Siervas de Jesús en Venezuela dedicada a la educación y al servicio social, su camino a la santidad subraya el valor de la vida consagrada, la sólida confianza en Dios y, especialmente, la voluntad inquebrantable frente a las adversidades.
Nacida sin su brazo izquierdo, nunca permitió que su condición física limitara su vocación y su labor al servicio de los demás.
Su vida fue un testimonio de fe profunda y de dominio propio. La canonización de Rendiles, al igual que la de José Gregorio, ofrece un modelo de santidad en la cotidianidad.
En su figura de mujer religiosa y educadora, la iglesia venezolana y la sociedad entera encuentran un ejemplo de cómo la convicción y confianza en Jesucristo, además del amor por la Eucaristía puede traducirse en una obra de servicio duradero y la superación de las limitaciones humanas.
La decisión de canonizar a un laico y a una religiosa es un hermoso mensaje de que la santidad es universal a la que todos estamos llamados. Es accesible a hombres y mujeres comunes y corrientes, laicos y consagrados, en todos los caminos de la vida.
En un momento en que la sociedad venezolana está profundamente polarizada, este doble reconocimiento actúa como un poderoso motor de la unidad.
Ambos personajes son héroes de la iglesia que pertenecen a todo un país, sin distinción de ningún tipo. Sus historias conjuntas nos recuerda que la verdadera grandeza reside en el sacrificio silencioso, en la entrega desinteresada que se traduce en obras concretas, tangibles.
La canonización de José Gregorio y Carmen Rendiles no es el final de un proceso largo y tedioso, sino el inicio de una nueva etapa. Es la oportunidad para que la iglesia venezolana y el país todo mire hacia sus mejores ejemplos, de reavivar el optimismo y de comprometerse con los ideales de servicio y caridad que José Gregorio y Carmen Rendiles encarnan.
Venezuela necesita de esos ejemplos de vida, y el 19 de octubre de 2025 será una fecha para celebrar no solo por los nuevos santos, sino la fe sólida y el alma noble de un pueblo que se niega a perder la esperanza.
Sin duda alguna, todos esperamos que esta celebración de santidad nacional impulse un renovado compromiso con la justicia en todos los ámbitos, incluyendo el anhelo popular por la pronta liberación de los detenidos por motivos políticos.
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