
El presidente Donald Trump, que recientemente indultó a un exdirigente latinoamericano por su condena por narcotráfico, está considerando la posibilidad de emprender acciones militares directas contra otro, al que acusa de enviar drogas y delincuentes a Estados Unidos.
América Latina está acostumbrada a la interferencia de su gigantesco vecino. De hecho, la historia moderna de las fuerzas armadas estadounidenses en la región está repleta de cambios radicales, contradicciones y traspiés.
Está la historia de unos tamales en Panamá, que los soldados estadounidenses insistían en que eran cocaína. Una inútil odisea de un mes por los matorrales de México para encontrar a cierto exaliado que se convirtió en enemigo revolucionario. Y eso sin incluir las aventuras de la CIA en la región ni el asunto Irán-Contra, un escándalo político tan enrevesado que no cabe en los confines de este artículo.
Ahora, el ejército estadounidense está matando a decenas de personas en embarcaciones en el mar Caribe, acusándolas de contrabando de drogas, a la vez que Trump aumenta la presión sobre el presidente Nicolás Maduro de Venezuela.
He aquí otros ejemplos de los esfuerzos del ejército estadounidense por cambiar regímenes en América Latina.
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