Julio Castellanos: La zona rural de mi municipio
21 Sep 2025, 12:40 3 minutos de lectura

Julio Castellanos: La zona rural de mi municipio

Por La Patilla

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En el municipio Libertador, en el estado Carabobo, se encuentra el eje vial que va desde Tocuyito hacia el poblado de La Cortadora que colinda con el embalse Pao – Cachinche. Esos territorios constituyen la zona rural de la parroquia Independencia. En esa zona hay una sustancial producción de yuca, ají, ganado porcino y vacuno, no obstante, entre El Piñal y La Cortadora la vía de penetración agrícola es de tierra, el transporte público es muy escaso, los ambulatorios y escuelas se encuentran muy deterioradas y abandonadas.

Estos son problemas largamente padecidos, aunque ahora, lamentablemente, hay problemas adicionales. La poca vialidad existente, tras tantos años de abandono, literalmente se cae a pedazos. El puente de la Arenosa – Caramacatal, ubicado en el sector El Plan, está parcialmente caído, amenazando con incomunicar a esas comunidades; también el puente de El Piñal, que comunica a Sabanita con La Cortadora, se cayó hace un año, y así podemos seguir enumerando cada acto de demolición que produce la indiferencia pública.

¿Cuáles son los efectos de abandonar a su suerte a la población rural? Lo primero es que la ciudadanía, principalmente los jóvenes, sentirá que lo mejor es huir de semejantes condiciones hacia otro lugar, la producción en el campo deja de ser rentable (porque cada vez es más difícil llevar los cultivos o el ganado a los mercados de consumo). La alternativa más rápida para resolver estos problemas es la autogestión, es decir, que los mismos vecinos y de su propio bolsillo, financien las obras públicas que las autoridades competentes no quieren hacer. Pero, vale la pena recordarlo, en la zona rural reside la población más empobrecida del municipio, la que tiene mayores niveles de desempleo y subempleo, ¿es precisamente la gente con mayores dificultades las que tienen que hacer lo que el presupuesto público no hace?

Sin embargo, en redes sociales, en Instagram y en Tik Tok, vemos a funcionarios públicos entrenando con armas largas para una guerra imaginaria, una que ni llega ni llegará. Un show dónde muchos se disfrazan de Rambo teniendo la barriga del sargento García o la misma edad que Matusalén. La mejor manera de luchar, si es que quieren luchar, es combatiendo la pobreza, la precariedad y las dificultades que sufren los pobladores del campo. La verdadera guerra es la que sirve para evitar que los puentes se caigan y las carreteras sean destruidas, antes que por bombas o misiles, por la desidia, el abandono y el desinterés de los gobernantes.

Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica

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