
En la Venezuela actual donde impera la pobreza, la incertidumbre y la desesperanza, para nadie es una sorpresa que, en semejante contexto, la natalidad infantil se haya reducido drásticamente. Esta es una consecuencia lógica en un país donde las personas no están en capacidad de acceder a una buena alimentación, teme enfermarse, porque no puede pagar los gastos médicos, ni las medicinas… ¿Cómo podría pensar en tener más hijos? A continuación, veremos lo que nos muestran las cifras al respecto.
La tasa de natalidad, que mide el número de nacimientos por cada mil habitantes, de acuerdo con la última estadística disponible del 2023, ha caído a 15,09. Es importante tener en cuenta que la natalidad ha estado descendiendo todos los años desde 1960, cuando era de 45,00 nacimientos, lo cual es una tendencia habitual en los pueblos que pasan de lo rural a lo urbano. Para el año 2000 teníamos 23,68 nacimientos por cada mil habitantes. El problema de fondo es que esta tendencia se agrava cuando la tasa de natalidad se reduce en la última década, concluida en el 2023, a una tasa 50% superior a la caída que experimentó en décadas precedentes. ¿Qué significa a nivel mundial una tasa de natalidad de 15,09 por mil habitantes? pues nos ubica aun en circunstancias favorables frente a los países europeos que enfrentan una perdida crónica de población, con tasas inferiores a 10 nacimientos por cada mil habitantes.
La otra medida relacionada con la natalidad es la tasa de fecundidad, que calcula el número de nacimientos por mujer. Esta tasa también ha estado decreciendo y se estima en 2023 en 2,08, cuando para el año 2000 la misma fuente de información, Macrodatos.com, la daba en 2,83.
Como ya hemos dicho en otras ocasiones, el problema que se nos presenta es que los datos estadísticos de los que se disponen no son confiables, ya que no hay estadística oficial. El INE no publica los datos sobre natalidad ni mortalidad, aun cuando es la estadística más básica para cualquier nación.
La consecuencia del descenso de la tasa de natalidad y fecundidad se debe a que la población venezolana residente en el país ha disminuido y se envejece a largo plazo, especialmente cuando la tasa de fecundidad cae por debajo de 2,1.
No debería sorprendernos que, dada la magnitud de la crisis económica que hemos sufrido durante el último año, la tasa de fecundidad en Venezuela haya caído por debajo de la tasa de reemplazo.
Si unimos lo anterior al hecho de que la tasa de mortalidad se ha incrementado de 4,93 en el 2.000 a 7,56 en el 2023; que la emigración se ha llevado ya unos ocho millones de habitantes -y continúa produciéndose- le agrega a la tragedia venezolana una nueva dimensión estructural, cuyas múltiples repercusiones son difíciles de prever.
Las consecuencias que ya estamos sufriendo son: la falta de personal calificado para el trabajo, pocas opciones de empleo para la mayoría de la población; una mayor carga económica para la población con trabajo respecto a la población mayor que tienen que mantener; contracción del mercado interno en relación con el número de consumidores y su capacidad de compra; además, al desaparecer el ahorro interno, que de hecho ya ha desaparecido, se incrementa la presión fiscal sobre la población remanente y hace más pesada la carga; por último, hace más difícil la recuperación.
Gerardo Lucas. Economista e Historiador. Https// gerardolucas@wordpress.com