Gehard Cartay Ramírez: La ofensiva contra occidente y la cristiandad
06 Oct 2025, 22:19 5 minutos de lectura

Gehard Cartay Ramírez: La ofensiva contra occidente y la cristiandad

Por Opinion

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Cada cierta época histórica resurgen las guerras culturales entre Oriente y Occidente, con pretextos religiosos, por lo general.

Ahora, al cumplirse una cuarta parte de este siglo, hay claros indicios de que los radicales musulmanes están adelantando una confrontación absurda contra Europa, Estados Unidos y la civilización occidental en general, aparte de los continuados genocidios contra miles de cristianos en algunos de países de Asia y África.

Resulta absolutamente condenable desde todo punto de vista que, a estas alturas de la historia, se siga persiguiendo a los cristianos -como si estuviéramos aún en los tiempos del Imperio Romano- por parte de sectores fanatizados, extremistas e intolerantes del islamismo. Pretender hoy condenar a religiones que no son la suya constituye un acto de barbarie, y mucho más lo es cuando se quiere imponer violentamente una cultura extraña por sobre los valores y las creencias del mundo occidental.

Pero esta confrontación que pretenden fundamentar supuestamente en motivos religiosos resulta, en verdad, una guerra de conquista, colonización y dominación contra la cultura occidental, iniciada hace tiempo, y que ahora busca reconocimiento internacional a partir del enfrentamiento actual entre el movimiento terrorista “Hamas” -que no representa a todos los palestinos, por cierto- y el estado de Israel, así como el aprovechamiento propagandístico de la tragedia humanitaria de Gaza, a causa de la ofensiva militar israelí y del terrorismo islámico. (Cuando escribo estas líneas, aparentemente se anuncia la posibilidad de un acuerdo entre “Hamas” e Israel, promovido por Trump, que ya ha sido criticado por algunos ultraizquierdistas europeos, sabiondos y autosuficientes como siempre.)

Conste que rechazo por igual los genocidios y masacres vengan de donde vengan, por cuanto exterminar o eliminar sistemáticamente a grupos humanos por motivos de raza, de religión o de política constituye una práctica condenable desde todo punto de vista, sean quienes sean los que la ejecutan. Por cierto que quienes asumen esa actitud de manera desenfadada y desafiante desde sus púlpitos y mezquitas en Europa y América son precisamente algunos clérigos musulmanes que no se cansan de repetir sus amenazas, especialmente contra aquellos que los han acogido generosamente en sus países, con el agravante de que les exigen cambiar su cultura, religión y costumbres para asumir las del mundo islámico, so pena de muerte, algo absurdo por donde se le mire.

Se pretende así desconocer avances fundamentales de la civilización occidental como el derecho a la vida, el reconocimiento a la dignidad humana, la libertad religiosa, la democracia liberal, el Estado laico, la libertad de pensamiento, de conciencia y de asociación, la pluralidad cultural e ideológica, la igualdad de los sexos y el respeto a la convivencia, el entendimiento y la paz. Esas conquistas de la humanidad y del humanismo cristiano no pueden ser liquidadas porque algunos terroristas musulmanes crean que la suya es la única religión, con prescindencia de las demás.

En esa irracional actitud cuentan, además, con el asombroso apoyo de la llamada izquierda “woke” y de los grupos comúnmente llamados LGTBIQ (feministas, abortistas, homosexuales, etc.), todos ellos, por cierto, repudiados por los musulmanes y castigados, según su “shari’ah” (la ley islámica), con la pena de muerte, por lo menos. Y es que detrás del supuesto mandato de liquidar a los “infieles” -es decir, todos los que no profesamos la religión musulmana- mediante una “guerra santa” (la “yihad”), se notan mas bien intereses geopolíticos encaminados a enfrentar la civilización occidental en general.

Todo esto pudiera parecer una exageración, desde luego, sin entrar en disquisiciones religiosas, lo que no es el caso, obviamente. Pero los hechos, por desgracia, ya indican que estamos en los prolegómenos de una guerra a muerte contra la civilización occidental y la cristiandad, declarada unilateralmente por musulmanes fanáticos e irracionales desde todo punto de vista. Se ha iniciado con la progresiva invasión a Europa para desestabilizarla y desintegrarla cultural y religiosamente, contando con la pusilanimidad y la falta de visión de los gobiernos europeos, algo que no ocurre por primera vez, pues aún están recientes la cobardía y la capitulación de algunos de ellos frente al nazismo y el comunismo, en la primera mitad del siglo XX.

Sin adentrarnos -insisto- en honduras religiosas, hay que analizar el aspecto geopolítico del asunto, en especial la posibilidad de que en lo inmediato Europa vuelva a ser agredida no sólo por los musulmanes radicales sino también por Rusia, en cuyo caso particular no hay otros motivos sino su histórico y crónico expansionismo de siempre. Las últimas señales enviadas por Putin son más que evidentes al respecto.

En definitiva, resulta inadmisible e inaceptable que en nuestro tiempo, luego de guerras de exterminio por razones religiosas ocurridas en el pasado, sectores fanatizados e intolerantes continúen sus prácticas inhumanas y violentas, sin que los gobiernos occidentales y los organismos internacionales hagan algo para impedirlas.

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