Franklin Piccone: ¿Defender el gobierno o al país?
04 Oct 2025, 11:26 3 minutos de lectura

Franklin Piccone: ¿Defender el gobierno o al país?

Por La Patilla

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Lejos estamos de una unidad verdaderamente nacional. El gobierno se atrinchera en el partido oficial y en los poderes fáticos del Estado. En un momento en el que se debería convocar a todos los sectores del país a un diálogo franco para evaluar las causas reales y una eventual solución a la amenaza bélica que se cierne sobre el territorio, este se diluye en su tradicional sectarismo y concentra su mensaje demagógico y propagandístico en sus bases partidarias.

Como en el cuadro de Goya donde ilustra a Júpiter devorando a sus hijos, el gobierno no encubre su obsesión de poder y su régimen unipartidista (de facto). No le interesa ampliar el auditorio, aun cuando algunos sectores y personajes de la oposición (ajenos al sentir de la población y reciclados a cada momento en cualquier programa de opinión) insisten en tocar la puerta de Miraflores. Sencillamente, no los quieren. La razón es obvia: no son democráticos, no practican la pluralidad. 

El gobierno se sabe rechazado por una amplia mayoría. No puede ser de otro modo, tenemos una ciudadanía diezmada con salarios de hambre, sobrellevando un ascenso continuo de un dólar que disminuye a la nada el poco poder adquisitivo. De tal suerte, que los trabajadores viven una realidad más inhumana que la Ley de Hierro de David Ricardo, mientras la ostentación del estatus quo campea por doquier. Sin mencionar que los pasados eventos electorales solo lograron avivar todavía más la crisis política en el país. Es imposible espantar el aire de ilegitimidad que se respira en las calles. 

Ahora bien, nos preguntamos: ¿el gobierno tiene alguna credibilidad para apelar a los valores patrios en un conflicto donde las dudas no están para nada esclarecidas? ¿Será verdad que el país del norte necesita invadir a Venezuela para acceder a sus recursos, cuando por la vía comercial puede hacerlo? ¿Tendremos como se dice la capacidad de repeler militarmente a la primera potencia del mundo? ¿Se han explorado otras vías de solución? ¿Cuál es el mal menor al que se debiera recurrir si realmente colocamos el interés superior de la nación?

Responder a la confrontación no solo es una acción temeraria, sino absurda, por sus evidentes consecuencias. No contribuye a la salida de la amenaza los discursos jingoístas o patrioteros. Lo responsable es conducir las acciones en función de garantizar la paz. ¿Qué hacer en esta coyuntura histórica? Hay que apelar a la memoria del país. En 1902 las costas venezolanas enfrentaron un bloqueo naval, Cipriano Castro en aras de una salida a la controversia, sugirió su renuncia, la liberación de todos los presos políticos y las condiciones para el regreso de los venezolanos en el exterior. Si la nación y la paz lo requiere, es la hora del desprendimiento por parte del primer mandatario y del equipo que lo acompaña. 

Franklin Piccone Sanabria

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