Desde El Helicoide, el mayor centro de torturas de Venezuela y América Latina, estallaron fuegos artificiales para «celebrar la Navidad».
¿Qué clase de mente sádica, adelanta una fecha sagrada como es el nacimiento de Jesucristo, para iluminar el cielo con destellos de falsa alegría, mientras en las entrañas de ese lugar infame hombres y mujeres son humillados, torturados y arrancados de sus familias?
¿Qué Navidad ni qué ocho cuartos hay en la crueldad de Maduro y su banda para burlarse de los presos políticos e incluso de Dios?.
No hay luz que pueda disfrazar la oscuridad de un régimen criminal que encarcela, persigue y aplasta la dignidad humana.
Cada chispa en el aire es una burla, un insulto a los que sufren, un recordatorio de la impunidad con la que actúan los opresores.
Basta de injusticias. Venezuela no será eternamente rehén de la tiranía.
La libertad llegará, y con ella, la justicia para quienes hoy padecen en las sombras.
¡No más silencio, no más complicidad!
Que el mundo sepa: en El Helicoide no hay más que dolor.
Pero el pueblo venezolano, resiliente y valiente, hará que esas luces de esperanza brillen más fuerte que cualquier fuego artificial.
¡Venezuela será libre!
Y en diciembre —como Dios manda— celebraremos la verdadera Navidad en libertad y a la venezolana: con hallacas, pernil, ensalada de gallina y pan de jamón.
Amén.
