
Durante décadas, la aviación persiguió un sueño recurrente: construir aeronaves cada vez más grandes para llevar a más pasajeros, más lejos y más rápido. Pero el nuevo gigante que proyecta Estados Unidos va por otro camino. Y, en cierto modo, por otro mundo.
Por Gizmodo
Se llama WindRunner, mide 108 metros de largo y se eleva casi tres pisos sobre el suelo. Nació en Colorado, en los talleres de la empresa Radia, y no quiere competir con Boeing o Airbus. Quiere transportar el viento del futuro, literalmente: llevar por aire las palas gigantes de las turbinas eólicas que hoy son demasiado grandes para viajar por tierra.

Y si en algo coinciden ingenieros, meteorólogos y especialistas en energía es en que, si este monstruo despega en 2029, reescribirá una parte esencial de la transición energética global.
El problema imposible que dio origen al avión más grande del planeta
Mover una pala eólica de más de 90 o 100 metros por tierra es una prueba de paciencia y geometría. Las carreteras no están diseñadas para curvas de ese tamaño. Los puentes no tienen la altura suficiente. Hay ciudades donde semejante pieza ni siquiera puede “doblar” en una esquina.
Las soluciones actuales implican convoyes gigantescos, rutas cerradas durante horas y un costo que se dispara a medida que las turbinas crecen.

Ese límite logístico frenó una pregunta que obsesiona al sector energético: ¿y si las turbinas pudieran ser mucho más grandes aún, más potentes y baratas por megavatio?
Radia dio una respuesta radical: “Hagamos el avión más grande del mundo y llevemos las palas por aire”.
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