El despertar del coloso gris: Una filosofía para la nueva Venezuela, por José Gerbasi
03 Oct 2025, 13:06 4 minutos de lectura

El despertar del coloso gris: Una filosofía para la nueva Venezuela, por José Gerbasi

Por La Patilla

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Existe un momento en la vida de todo buscador en el que una idea irrumpe con la fuerza de un relámpago, reordenando el universo personal. Debo confesar que en el año 2000 me topé con un libro que cambió mi vida y tiene plena vigencia al día de hoy.La afirmación central que nos convoca hoy es un aforismo que trasciende el manual de negocios para convertirse en un principio de existencia: «El principal medio de producción es pequeño, gris y pesa alrededor de 1.300 gramos.» ¡Se trata del… CEREBRO HUMANO!

Esto no es un dato biológico, es la revelación de que la verdadera soberanía yace en la mente. Durante siglos, la narrativa venezolana se construyó sobre el mito del subsuelo: medimos nuestro éxito en barriles de petróleo, en las entrañas de la tierra, condenándonos a una geografía de la dependencia. Nos hicimos expertos en la explotación, pero olvidamos la creación. Pero el mensaje del Funk es una invitación a la metamorfosis alquímica: a transmutar la materia gris en capital irremplazable.

La Venezuela que anhelamos debe liberarse de la Tiranía del Recurso Fácil. El petróleo nos ofreció la comodidad, pero la comodidad es la némesis del ingenio. Es en la necesidad y la escasez donde la sinapsis chispea con mayor intensidad. El cerebro, como medio de producción, exige algo más que una renta pasiva; exige riesgo, audacia y, sobre todo, diferenciación.

Nordström y Ridderstråle nos enseñan que en el Capitalismo Karaoke, donde la tecnología permite la copia instantánea de casi todo, la única ventaja que perdura es la singularidad del talento. ¿Cómo puede un país ser verdaderamente único? No por su paisaje, sino por la forma en que su gente piensa.

La Nueva Venezuela no será un país reconstruido sobre las ruinas de la antigua infraestructura, sino rediseñado desde la arquitectura de las ideas. El acto de pensar diferente, de innovar por necesidad, de conectar puntos que nadie más ve, se convierte en el deber cívico y el motor económico. El valor de nuestra ciudadanía no radicará en la pasividad de la espera, sino en la actividad frenética de la imaginación.

El concepto de la Libertad adquiere una nueva dimensión bajo esta luz. No es solo la libertad política o económica, sino la libertad cognitiva. La elección de qué hacer, dónde ir y con quién colaborar—el verdadero espíritu Funky—es la condena y la bendición del ser humano en el siglo XXI. Estamos forzados a ser libres, a ser creadores de nuestra propia vida y de nuestra propia nación.

Para la juventud venezolana, esta filosofía se convierte en un Manifiesto de Potencia:

La riqueza no se hereda; se piensa. La prosperidad no se extrae; se diseña. El futuro no se espera; se inventa.

Necesitamos políticas que no solo inviertan en acero y asfalto, sino que divinicen el aula, el laboratorio y el garage del emprendedor. La universidad debe ser el templo donde se rinde culto al coloso gris, al peso sagrado de 1.300 gramos, que tiene la capacidad de desafiar la gravedad económica y levitar una nación entera.

El cambio es ineludible. No se trata de volver a ser lo que fuimos, sino de atrevernos a ser lo que nunca hemos sido: una sociedad donde el cerebro humano es el recurso natural más cotizado. La magia está ahí, encerrada en nuestra resiliencia innata y nuestra capacidad para reír en la tormenta. Es hora de desatarla.

El destino de Venezuela no está escrito en la geología; está siendo redactado en este mismo instante por las conexiones de nuestras neuronas.

¿Qué idea, qué proyecto, qué chispa de Funk vas a liberar hoy para empezar a construir esta nueva realidad?

Vamos por más…

@jgerbasi

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