
Viernes 13 de noviembre, 2015. Era una noche normal en París y, para muchos, inauguraba el fin de semana. Las calles estaban atestadas de gente y de eventos: recitales, bares, partidos de fútbol. Se acercaban las 21 y en la sala del Bataclan 1500 espectadores esperaban ansiosos a que empezara el recital. Tocaba Eagles of Death Metal (EODM), la banda californiana de rock liderada por Jesse Hughes.
Por: La Nación
Como suele pasar, no fueron puntuales. Empezaron a las 21.15. Hay varios relatos sobre los 40 minutos de euforia entre ese momento y las 22.50. La gente que iba y venía, se movía de adelante atrás, de un lado al otro, iban a comprar cerveza, se separaban y se juntaban con sus acompañantes, buscaban un mejor lugar.
Hughes, el cantante repetía una y otra vez: “Are you having a good time?” (“¿Están pasándola bien?“). Nada fuera de lo normal. Tocaban la canción “Kiss the devil” (“Besa al diablo”): “¿Quién amará al diablo? ¿Quién cantará su canción? ¿Quién amará al diablo y a su canción?”. Casi terminaba el tema cuando se escucharon ruidos fuertes.
Todos los que dieron testimonio o entrevistas coinciden en la confusión inicial. Todos también coinciden en la primera impresión: debían ser petardos, algo que formaba parte del show. Pero los ruidos sobresalían por encima de la guitarra, el bajo, la batería. Enseguida se dieron cuenta: no eran petardos, eran tiros. Más precisamente, proyectiles de fusiles Kalashnikovs. Se veían relampagueos. Se encendieron las luces, el olor empezó a inundarlo todo: “metal”. “Y Sangre”. Así lo relatan los sobrevivientes de la masacre del Bataclan.
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