El Premio Nobel es el reconocimiento más importante del mundo; quienes lo reciben son destacados científicos y humanistas cuya obra, ejemplo y voz logran inspirar a todo el planeta. De todos los galardonados, el que más me ha emocionado es el conferido a Nelson Mandela. La historia personal de Mandela podría verse, desde la distancia, como la de un “terrorista”, “un comunista” y un hombre que había elegido la lucha armada y, a causa de ello, fue encarcelado por 27 años. Sin embargo, no luchaba contra las hermanitas de la caridad, lo hacía contra el régimen del Apartheid en Sudáfrica, un gobierno racista, autoritario y violento, aislado de toda la comunidad internacional y sometido a sanciones por su violación sistemática de derechos humanos.
En Venezuela, por aquellos años, la lucha de Mandela era seguida con atención, no solo por el mundo político e institucional, sino por la sociedad y sus “fuerzas vivas”, como se acostumbraba a identificar a la sociedad civil. Por ejemplo, en junio de 1988, el Consejo Universitario de la Universidad de Carabobo, presidido por el entonces Rector Gustavo Luis Hidalgo Vitale, resolvió de manera unánime conferir el Doctorado Honoris Causa a Nelson Mandela en la ciudad de Valencia, Venezuela.
En esa oportunidad, en el Teatro Municipal de Valencia, ese reconocimiento fue entregado al Dr. Ben Magubane, representante del Congreso Nacional Africano. Luego, el 28 de julio de 1991, fue cuando Mandela pudo venir a recibirlo en persona, un año y medio después de haber sido liberado de su injusta cárcel en febrero de 1990, y tres años después de la concesión inicial del título. Durante el conferimiento del Doctorado Honoris Causa, Nelson Mandela, en su discurso, pronunció frases y reflexiones de gran significado: “la Universidad es fuerza de liberación, en el sentido más noble de la palabra. Por lo tanto, ustedes me entienden al conferirme, tanto a mí como a mi esposa, y a través de nosotros dos, y al pueblo del Sur de África, estos reconocimientos académicos”.
Son muy pertinentes esas palabras porque, en efecto, la Universidad de Carabobo demostró con ese doctorado honoris causa que estaba en sintonía con las tendencias democratizadoras y modernizadoras del planeta. De hecho, el reconocimiento de la UC a Mandela se adelantó al premio Nobel de la Paz que este gran líder recibió en 1993. La Alcaldía de Valencia, recordando aquellos años sin duda, inauguró el 28 de diciembre de 2023 el Centro Cultural Nelson Mandela, así de profunda es la admiración de los carabobeños y venezolanos por el Premio Nobel Nelson Mandela y su incansable lucha por la libertad y la democracia en su país.
Quizá algún día, en Sudáfrica, en Pretoria o en Johannesburgo, alguna universidad de aquel gran país le dé un Honoris Causa a la venezolana María Corina Machado, quien hoy recibe el Premio Nobel de la Paz de 2025 por luchar contra un régimen tan oprobioso como el Apartheid. Quizá luego, algún centro cultural de aquellas ciudades africanas se le dé también el nombre de María Corina Machado. Quizá, ya en ese tiempo, con muchos años de retraso, pero finalmente, la Universidad de Carabobo se permita otorgar un Honoris Causa a quien, con total merecimiento, lucha hoy en la clandestinidad por la libertad de nuestro país.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica