La incógnita sobre la asistencia de María Corina Machado a la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz sólo podrá despejarse hoy. La líder venezolana ha mantenido en vilo a la capital noruega desde el pasado lunes, cuando comenzó a especularse sobre su llegada al Grand Hotel Oslo, donde tradicionalmente se hospeda el laureado y donde sí que se han alojado sus familiares, amigos y compañeros más cercanos.
Por: El Mundo
Ayer estaba prevista su primera comparecencia pública en una rueda de prensa, pero finalmente se canceló porque la líder venezolana aún no había llegado. «María Corina Machado ha declarado en entrevistas lo difícil que será el viaje a Oslo, Noruega. Por lo tanto, en este momento no podemos proporcionar más información sobre cuándo y cómo llegará a la ceremonia del Premio Nobel de la Paz», explicaron desde la organización noruega, que siempre ha asumido que la galardonada estará presente en el gran día.
La familia Machado Parisca no desmintió ni confirmó que la homenajeada vaya a recibir el premio. Desde el vestíbulo del Grand Hotel, se limitaron a responder pacientemente a la misma pregunta de los periodistas sobre su paradero. «Es el sueño que todos tenemos: verla bien, abrazarla, estar con ella, demostrarle a todo el mundo que ella tiene una familia que la apoya, que va a estar con ella hasta el final, que no está sola», expresó Clara Machado, hermana menor y ahijada de la venezolana más esperada en Noruega.
La familia está más entusiasmada con la idea del reencuentro que con el premio como tal. «Es un momento de una emoción indescriptible porque, como les pasó a tantos venezolanos, la familia se fracturó en el sentido de la separación física, nunca la separación emocional: más unidos que nunca hemos estado a lo largo de los años, pero poder reencontrarnos es una cosa que nos llena de fuerza y de fe y además es el de deseo más grande que tiene María Corina», continuó su hermana menor.
Su madre de 84 años, Corina Parisca, se mostró sonriente y con una mirada ilusionada cada vez que se le preguntaba por su hija en el vestíbulo del hotel. Ella comparte, junto a sus nietos, la ilusión por nuevamente tener cerca, y no a través de una pantalla, a única mujer que ha sido capaz de mantener esperanzado a un país.
Puedes leer la nota completa en El Mundo
