Los venezolanos cerramos la semana anterior con la inmensa alegría de conocer el veredicto de la Academia Sueca: una compatriota —nada más y nada menos que María Corina Machado— había sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025. Una nación cargada de tanto dolor por la ignominia de la cruel dictadura madurista sintió en el alma una gran emoción, una especial identidad y una renovada esperanza.
La emoción de saber que la líder de la sociedad democrática, quien condujo a la nación a la gran victoria popular del 28 de julio de 2024, jornada en la cual nos involucramos millones de ciudadanos era reconocida con tan elevada distinción, significaba que el esfuerzo y sacrificio de cada participante estaban siendo reconocidos.
Significaba, además, un reconocimiento a la mujer venezolana, porque una de sus más corajudas e inteligentes luchadoras recibía ese premio, aunque algunas pocas congéneres y organizaciones supuestamente “defensoras de los derechos de las mujeres” callaran o criticaran ese reconocimiento. La inmensa mayoría de la nación se sintió allí representada, identificada y reconocida.
El premio a María Corina llegó para renovar la esperanza de nuestro pueblo en la próxima conquista de la democracia, en la expulsión del poder de la camarilla criminal que burló la soberanía popular, nítidamente expresada en las urnas electorales el 28 de julio de 2024.
Además del mérito inocultable e incontrovertible que tiene la larga lucha política de María Corina Machado, y del reconocimiento a sus elevadas virtudes humanas que significa este premio, el mismo representa una clara condena a la dictadura madurista. El veredicto tiene, además, un valor adicional, porque precisamente fue Noruega el país que promovió el diálogo entre los agentes de la dictadura y una representación de la oposición política de nuestro país, diálogo que luego fracasó por la falta de honestidad de la camarilla en esas jornadas.
Como bien lo señala el veredicto del Nobel, el premio se le otorga a María Corina Machado por su “incansable labor en favor de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.
El comité, además, agregó que “María Corina Machado cumple con los tres criterios establecidos en el testamento de Alfred Nobel para la selección de un Premio Nobel de la Paz. Ha cohesionado a la oposición de su país, nunca ha flaqueado en su resistencia a la militarización de la sociedad venezolana y ha apoyado firmemente una transición pacífica a la democracia”.
Esos conceptos, provenientes de un país y de una institución que no forman parte del debate político cotidiano, constituyen una clara descripción de la naturaleza fraudulenta, violenta y criminal de quienes usurpan el poder en nuestro país. Nadie hoy en el mundo —ni siquiera sus tarifados defensores— puede ocultar las características que hacen del régimen madurista una cruel dictadura que nos robó la democracia.
Las circunstancias de la vida mostraron, el mismo día, las dos caras de nuestra tragedia: por una parte, la de la nación emocionada y esperanzada por el Nobel 2025; y por la otra, la de la camarilla criminal desesperada, solicitando auxilio en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ante la requisitoria que los Estados Unidos de América le tiene planteada por los múltiples crímenes cometidos.
Los personajes soberbios que se ufanaban de quedarse en el poder “por las buenas o por las malas”, que han sido guapos para matar, secuestrar, perseguir y hostigar a quienes pensamos distinto, sin respetar nuestros derechos fundamentales, salen ahora a pedir clemencia en la ONU, a alegar normas de derecho, a presentarse como personas de bien. Por fortuna, el mundo los conoce. Eso explica la soledad y el desprecio que los acompañan en esta hora.
El mundo civilizado, el mundo democrático, respalda sin lugar a dudas la expulsión del poder de esa banda criminal. Solo de esa forma podrá hacerse valer la decisión abrumadoramente mayoritaria tomada por la nación venezolana: regresar a la democracia de la mano de nuestro presidente electo, Edmundo González Urrutia, y con el acompañamiento de la líder de la sociedad democrática, hoy flamante Premio Nobel de la Paz, María Corina Machado.
Lunes, 13 de octubre de 2025