
Oficina de la secretaria de Justicia de Estados Unidos/X vía AP
La incautación de un barco petrolero por parte de la administración Trump frente a las costas de Venezuela es uno de los giros más dramáticos hasta ahora en una campaña de presión militar contra el presidente Nicolás Maduro.
Por CNN
El abordaje de un barco extranjero es una medida inusual y amplía una operación estadounidense ya destacada por ataques contra más de 20 barcos en el Caribe y el océano Pacífico que, según el Gobierno, transportaban narcotraficantes.
Los primeros informes sugieren que la operación realizada por personal de la Guardia Costera de Estados Unidos, con el respaldo de la Marina y las agencias policiales, plantea menos preocupaciones legales y constitucionales que la campaña contra los barcos y las inminentes amenazas de Trump de acción militar en suelo venezolano.
El buque, el Skipper, fue incautado en aguas internacionales y transportaba crudo venezolano, según informó un alto funcionario estadounidense.
Un juez federal había emitido previamente una orden de incautación debido a presuntos vínculos con grupos terroristas respaldados por Irán.

Aun así, el entusiasmo de Trump al anunciar la toma de control del barco y la publicación por parte de la secretaria de Justicia Pam Bondi de un video que muestra a personal estadounidense descendiendo en rapel hacia sus cubiertas desde un helicóptero subrayan la importancia política del momento.
Con su característico don para lo dramático, Trump anunció a la prensa que Estados Unidos había abordado un “gran barco petrolero, muy grande, el más grande jamás incautado, en realidad”.
Aunque es posible que el buque cisterna no estuviera directamente relacionado con el actual enfrentamiento entre Trump y Maduro, su interceptación se verá en el contexto de un enorme despliegue naval estadounidense en el Caribe, que forma parte de un aparente intento de forzar a Maduro a abandonar el poder o de convencer a sus subordinados para que lo destituyan.
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