Angel Alberto Bellorin: La ventajas del silencio
17 Aug 2025, 11:10 7 minutos de lectura

Angel Alberto Bellorin: La ventajas del silencio

Por Opinion

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«En sueños inquietos, caminé solo.
Calles estrechas de adoquines.
Bajo el halo de una farola.
Giré mi cuello hacia el frío y la humedad.
Cuando mis ojos fueron apuñalados por el destello de una luz de neón.
Que partió la noche.
Y toco el sonido del silencio.
»

La cita anterior corresponde a la traducción al castellano del verso más famoso de la canción «Los sonidos del silencio», compuesta por Paul Simon en 1964 y hecha famosa en los años siguientes al ser interpretada por el autor junto con su compañero Arthur Garfunkel .

En mi apreciación, está hermosa balada refiere al hecho de que en la sociedad moderna, la gente a menudo no habla y no se comunica entre sí en relación a las cosas mas valiosas de esa vida que juntos viven . Hoy más que nunca los venezolanos » Tocamos el sonido del silencio cómodo»

Para muchos el silencio es ventaja, llegándose al infame punto que la mediocridad social ha propagado la contradictoria falacia que señala al silencio como forma superior de inteligencia.

Desde el inicio de la balada con su icónica frase » Hola oscuridad, soy tu viejo amigo que viene nuevamente para hablar contigo,» se desencadena un cúmulo de emociones para quien entiende la metáfora que subyace en el significado de tal plegaria. Cualquiera que siente la oscuridad de la nación, se estremece en la triste comparación.

Es un llamado a la acción, para que las personas se conecten y se comuniquen más abiertamente y con franqueza, especialmente en situaciones desesperantes. Es un ruego a que se haga la luz.

Hoy acabo de finalizar la lectura de un magistral escrito que a continuación voy a reproducir en su totalidad con mi sincero reconocimiento al autor sin afirmar o negar su forma. No tiene desperdicio para todo aquel que le guste la lectura y pensar con cabeza propia y ver más allá de esa forma.

Desgraciadamente, si hacemos el ejercicio académico de sustituir el nombre y profesión del protagonista de ese escrito, la esencia planteada en su motivación sería aplicable a miles de personas que han hecho del silencio una ventaja, del apoliticismo y de la obediencia una exaltación a la banalidad del mal que ha oscurecido al país. Para todos ellos, la no deliberación es excusa, la obediencia el camino seguro y la prudencia el pretexto perfecto para camuflar sus vicios.

Leer el escrito titulado » La sinfonía del silencio» en una primera revisión, me trasladó inmediatamente a la balada señalada. Su segunda lectura me evocó a una de esas tantas películas que la han utilizado como tema.

Me refiero a una del mismo nombre de la balada , salida al mercado en 1984, ambientada en la guerra civil de Camboya en 1970 y a la experiencia de su protagonista, un corresponsal de guerra de nombre Sidney.

Hoy que la guerra muestra su macabra sombra de acecho en nuestra querida patria, sus imágenes llegan a mi memoria y el mensaje implícito del escrito es lapidario

Recomiendo su lectura y reflexión sobre esos mensajes éticos que señalan el camino de dignidad; particularmente, uno que señala «sobre las notas de omisión y acordes de conveniencia» que inmediatamente me trasladó a mi profesión militar y pensé en aquel refrán criollo que se recomendaba como conducta necesaria para llegar a la cumbre de la carrera militar : » Bailar al son que te toquen»; en este caso hacerlo sin importar que el Titanic se esté hundiendo.

Haga usted sus propias analogías y aquí se lo dejo en cita textual.

«LA SINFONÍA DEL SILENCIO: Dudamel y la música que calla ante la dictadura
Por Andrés Colmenárez Farías – agosto 12,2025

En Venezuela, Gustavo Dudamel, director de orquesta y embajador cultural ante el mundo, ha convertido su prestigio en un cómodo atril desde el que evita cualquier incomodidad con Nicolás Maduro y su régimen. Su batuta, que podría marcar el compás de la dignidad, prefiere dirigir la partitura del olvido.

En las dictaduras, el silencio de los poderosos suena más fuerte que cualquier grito de protesta. Es un silencio afinado, calculado, que protege privilegios y encubre verdugos.

Esta es la sinfonía del silencio: una melodía que se interpreta con notas de omisión y acordes de conveniencia.

Dudamel no solo calla, sino que ha mostrado públicamente su respaldo en momentos claves.

En 2007, mientras el régimen cerraba el canal independiente RCTV, Dudamel dirigió el concierto inaugural del canal de propaganda chavista TVES, avalando con su arte la consolidación mediática del poder autoritario.

En 2013, tras la muerte de Hugo Chávez, fue visto llorando junto al entonces presidente de Irán Mahmoud Ahmadinejad, un símbolo de las alianzas internacionales del régimen.

Recientemente, en 2023, protagonizó un concierto en el Carnegie Hall de Nueva York, donde evitó cualquier crítica a la dictadura, manteniendo su silencio cómplice frente a la tragedia venezolana, precisamente por ser una actividad financiada con dinero público venezolano.

El contraste con la pianista Gabriela Montero no podría ser más elocuente. Montero ha usado cada escenario y cada entrevista para denunciar, con nombre y apellido, las atrocidades que vive su país.

Ha pagado el precio de su honestidad: cancelaciones, críticas y la incomodidad de quienes prefieren que el arte se mantenga “apolítico”, como si la injusticia se detuviera ante un pentagrama.

Dudamel, en cambio, ha optado por una prudencia calculada, donde las notas que faltan dicen más que las que suenan.

La historia ya nos ha mostrado este guion. En la Alemania nazi hubo artistas que se alinearon con el régimen para mantener privilegios y aplausos; y hubo otros, como Wilhelm Furtwängler, cuya ambigua relación con el poder aún hoy se debate, frente a quienes —como los hermanos Scholl de la Rosa Blanca— asumieron el costo de resistir.

El dilema no es nuevo: ¿Se puede ser un gran artista y, al mismo tiempo, sostener con el silencio a quienes encarcelan, torturan y matan?

Hannah Arendt lo describió con claridad al hablar de la “banalidad del mal”: muchas veces, la tragedia no es ejecutada solo por los fanáticos, sino por aquellos que, por comodidad, conveniencia o cobardía, deciden no ver.

Ya lo escribió Bertolt Brecht: “El que no conoce la verdad es simplemente un ignorante. Pero el que la conoce y la llama mentira, ese es un criminal.”

La música, como toda expresión humana, no existe en el vacío. Y cuando un director de orquesta ignora el clamor de su pueblo, cada silencio en su partitura resuena como un aplauso al tirano.

Porque en la Venezuela de hoy, callar no es un acto de prudencia: es una nota grave que acompaña la sinfonía de la represión.

Y quienes la ejecutan —con batuta o con pluma, con micrófono o con voto— deben saber que algún día, cuando el telón caiga y se enciendan las luces, no podrán esconderse detrás de la música.

La historia no aplaude a los que callaron: los señala.( Fin de la cita)

https://www.elnacional.com/2025/08/la-sinfonia-del-silencio-dudamel-y-la-musica-que-calla-ante-la-dictadura.

Caracas 16 de agosto del 2025.
Coronel Angel Alberto Bellorin

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