Alfredo Álvarez: Periodismo en pie de guerra
06 Oct 2025, 22:06 10 minutos de lectura

Alfredo Álvarez: Periodismo en pie de guerra

Por La Patilla

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En una situación pre-bélica como la que vive actualmente Venezuela, la conducta profesional de los medios de comunicación y periodistas debe guiarse por principios éticos que prioricen la veracidad, imparcialidad y responsabilidad social de la información. Los despachos anónimos difundidos sin filtros en redes sociales y versiones interesadas que exaltan un bando militar sobre otro, deben ser vistos con mucha cautela crítica, ya que pueden desinformar, generar miedo injustificado o alimentar mayores conflictos. Como medida de garantía y sobrevivencia, se insiste en la necesidad de verificar las fuentes y contrastar la información antes de su difusión, para evitar de est forma contribuir a la manipulación o la escalada de tensiones.

Existe un código deontológico para los periodistas venezolanos, recogido en el Código de Ética del Periodista Venezolano, que destaca que el periodista debe servir fundamentalmente al pueblo, garantizando información veraz, oportuna e imparcial. Se debe buscar la verdad a través de comprobación rigurosa de datos con fuentes fiables. La información debe respetar la seguridad del Estado, la salud pública y el orden público, sin entorpecer investigaciones policiales legítimas.

El periodista tiene el deber de defender la soberanía nacional y la integridad territorial, oponiéndose a cualquier campaña que atente contra el interés nacional, la paz y la amistad entre pueblos. Se debe rechazar cualquier presión de gobiernos o grupos que intente manipular, censurar o distorsionar la información. En situaciones de censura, persecución y arresto contra periodistas, el ejercicio ético se vuelve aún más crucial para proteger tanto la libertad de expresión como la vida y dignidad profesional.

En este contexto muy complejo, la labor de los periodistas debe primar sobre la claridad, ética, rigor informativo y compromiso social para evitar contribuir a la polarización o alimentar el conflicto armado. Además, la prensa debe denunciar cualquier intento de censura o hostigamiento para garantizar el derecho del pueblo a una información confiable.

Opciones para no meter la Pata

Para verificar despachos anónimos en redes sociales y evaluar su credibilidad, se recomienda aplicar los siguientes criterios basados en buenas prácticas de análisis de información digital y forense. Empezamos por la útil sugerencia de la verificación de la fuente. Es una obligación moral, ética y profesional consultar si la información proviene de un medio reconocido, confiable, y además determinar si está respaldada por fuentes oficiales o expertos en el tema. Es un hábito sano y garantía de paz emocional el poder descartar las cuentas o perfiles anónimos, esos que no tienen antecedentes verificables o registros claros. Lo procedente en estos casos, es contrastar con fuentes oficiales, comparar la información con comunicados oficiales, informes gubernamentales o acreditados y medios de comunicación de alta credibilidad. Estar atento a la falta de respuesta o negación de las instituciones o actores relevantes, es un detalle que ayuda a confirmar la carencia de veracidad que el bulo contiene en sí mismo.

Otra opción es el análisis técnico de los datos que contiene la información que estamos cotejando. Revise los encabezados, metadatos, dirección IP y otros datos técnicos de los archivos digitales o enlaces. Con ayuda de la IA, se puede determinar el origen del reporte, fecha de emisión, inclusive si fue publicado con anterioridad y la manera en que fue desmentido. A los perversos digitales les encanta reciclar cada cierto tiempo la basura que distribuyen en RRSS, gracias al anonimato e impunidad que las mismas permiten. Utilice las herramientas forenses digitales para corroborar la autenticidad y origen de la información por ejemplo, el análisis de firmas digitales, verificación de la integridad de los archivos, análisis de rastros digitales.

Utilicemos nuestra inteligencia y sano criterio para disponernos a evaluar el contenido del puesto bulo. No perdamos de vista la deliberada actuación de los algoritmos que controlan la agenda informativa de las RRSS. El algoritmo tiene como función fundamental; brindar prioridad a todo aquello que nos engancha,

inclusive sobre aquel otro reporte que informe mejor sobre un aspecto determinado. A partir de allí, gracias a ese “enganche emocional” se genera un ecosistema informativo pobre, menos fiable y altamente fragmentado. Una mala noticia o falso reporte, tiene siete veces más posibilidades de ser creído y difundido, sobre una noticia falsa.

Los bulos falsos o distorsionados tienen más posibilidades de ser difundidos en redes sociales que las noticias verdaderas por varias razones psicológicas, tecnológicas y sociales, Una razón es su impacto emocional; los bulos suelen apelar a emociones fuertes como el miedo, la ira o la sorpresa, lo que motiva que las personas los compartan rápidamente para alertar o influir a otros. Las noticias verdaderas tienden a ser menos sensacionalistas y generan menos respuestas emocionales inmediatas.

Los titulares más llamativos y contenidos más atractivos. Los bulos se presentan frecuentemente con títulos cebo, información exagerada o imágenes impactantes que captan la atención más que las noticias equilibradas y medidas. Esto facilita su viralización. Hay por lo general, una amplificación artificial. Existen redes de bots, perfiles falsos y granjas de trolls que amplifican y viralizan contenidos falsos para influir en la opinión pública o agendas políticas, propagando bulos mucho más rápido que una noticia auténtica.

Nos abruma la falta de filtros efectivos. Las redes sociales priorizan el contenido que genera más interacción (compartidos, likes, comentarios), y no garantizan mecanismos consistentes para verificar la veracidad antes de difundir. Además, se incrementa la difusión orgánica al compartir por parte de usuarios reales que no verifican antes de republicar. Hay entre nosotros personas que “no aguantan dos pedías, un susurro en la patica de la oreja, y un ramo de flores, para difundir en sus redes cualquier cosa que les llegue. Su excusa: Como me llegó te lo reenvío.

Los algoritmos de las redes, son los nuevo editores y fiscalizadore de nuestra agenda informtiva. Las plataformas usan algoritmos que favorecen la difusión rápida y masiva de contenidos novedosos y polémicos, que suelen ser bulos, para maximizar la retención de usuarios y tiempo de conexión. Algo que se me complementado con la muy escasa alfabetización mediática: Muchas personas carecen de habilidades para detectar la desinformación o la manipulación, lo que contribuye a la difusión masiva sin crítica ni filtros.

Se debe revisar la coherencia interna del mensaje, allí se pueden detectar errores gramaticales, de contexto o mensajes sensacionalistas, que suelen acompañar contenido manipulado o de baja credibilidad. Buscar indicios de manipulación o edición, como cambios repentinos en el estilo o la calidad del contenido es un buen recurso. Consultas de verificación o “fact checking”, tocar la puerta a las plataformas de verificación de hechos, que verifican y desmienten

información falsa o engañosa. Se deben respetar los estándares éticos y de la organización de la información, evitando divulgar rumores sin corroborar.

Contextualización y análisis del entorno, eso significa entender el contexto en que se difunde la información, observando si coincide con otras noticias, antecedentes históricos o eventos recientes. Evaluar si la fuente tiene posibles intereses políticos, económicos o ideológicos que puedan influir en la difusión de ciertos mensajes. No olvidemos que el periodismo no toma partido, no eleva banderas o se salpica de ideologías o confesiones religiosas. Este oficio posee sus propios valores y compromisos, todos ellos limítrofes y cercanos con la verdad.

Precaución ante el alarmismo y las noticias sensacionalistas: No difundir datos sin corroborar y evitar dar por sentado lo que circula en perfiles no verificados. Priorizar la prudencia y la ética profesional, sobre todo en contextos de alta tensión social y política. Estos criterios ayudan a reducir la propagación de desinformación y contribuyen a mantener la calidad del periodismo y la información verificada en escenarios de alta conflictividad.

Retos y tareas

La sentencia que refiere que «la primera baja en una guerra es la verdad» implica que en contextos de conflicto bélico o político la verdad suele ser la primera víctima debido a la manipulación de la información, la censura, la propaganda y las campañas de desinformación. Esta frase refleja que los gobiernos y actores en conflicto utilizan la información como un arma para controlar narrativas, proteger intereses y desacreditar a los adversarios.

En un contexto como el venezolano, donde la mayor parte de los medios son controlados o censurados por el régimen, y donde el periodismo independiente enfrenta persecución, represión y la “presión de periodistas afines que difunden versiones oficiales sesgadas”, esta sentencia cobra una relevancia crítica y alarmante. La distorsión mediática no solo reduce la calidad del derecho a la información, sino que también divide a la sociedad, genera desconfianza y puede contribuir a la polarización y violencia.

Ante esta realidad, el modelo ético de periodismo profesional debe fundamentarse en la búsqueda incansable de la verdad, basada en la rigurosa verificación y contraste de fuentes, aun frente a la coerción y censura. La independencia de criterio y la autonomía respecto a intereses políticos, económicos o de cualquier otro tipo. Debe primar la defensa del derecho del público a recibir información completa, veraz y plural, sin manipulación ni sesgos. No soslayar el compromiso con la responsabilidad social, especialmente en situaciones de crisis, evitando alimentar el conflicto o la desinformación.

La transparencia en sus métodos y fuentes, cuando la confidencialidad no comprometa la seguridad, para mantener la confianza pública. La denuncia de abusos, censura y violencia contra periodistas, como parte de la defensa de la libertad de expresión un aspecto que no debe dejarse de lado. La resistencia ética a ser instrumento de propaganda o de desinformación, entendiendo que su labor es esencial para la democracia y la justicia social. Este modelo de periodismo ético, aunque difícil en entornos autoritarios, es necesario para salvaguardar el derecho a la verdad, la integridad profesional y el papel crítico que la prensa debe cumplir en una sociedad justa y democráticamente gobernada.

Alfredo Alvarez. CNP 5289.

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